Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE 33 quiso salir por tierra sino embarcarse y D. Fernando Urquiaga y yo lo embarcamos por el barranco del Agua Dulce y no en buques extranjeros sino en la escuadra bloqueadora, con la que teníamos frecuentes comunicaciones. De estos hechos hay personas vivas que los conocen a la perfección. Lo mandamos en una canoa de pes– cadores. Pedía López Aldana buque por Miraflores; y sin saber lo que pedía. Por Chorrillos había muchas bajadas y regulares embarcade– ros y canoas en que se conducía a bordo a los pasados. Riva Agüero se embarcó por Chorrillos y lo embarcó Urquiaga. Si López Aldana ignoraba donde estaban asilados estos oficiales, si nada le decíamos, porque convenía que hubiese el mayor sigilo, ¿por qué escribió exigiendo embarcaciones que nadie pidió? ¿Por qué exigió avisos anticipados para arreglarlo todo, cuando nada tenía que arreglarse? Paz Soldán no tiene datos exactos, las fuentes de donde bebió los suyos fueron muy cenagosas. En la página 88 copia una carta de Pardo, Prieto y Cía. en la que estos malos noticieros dicen a San Martín que el español, cómico, Roldán, acostumbrado a matar en el teatro con puñales de hoja de lata, se había ofrecido al Virrey para asesinar al General. El escritor de la carta oyó hablar de asesinar a San Martín, no supo quién era el sicario y le aplicó el ofrecimiento al cómico para usar de la figura de que acostumbraba matar con puñales de hoja de lata. Roldán era español; pero de los que sabían vivir y no quería perder la renta de primer actor de ese tiempo. Lejos de ser exaltado, era de los pocos que aparentaban no oponerse a la causa de la Independencia. Sólo en el año de 1824 la creyó desesperada por la revolución de Moyano en los castillos, se pronunció descara– damente y por eso se encerró en el Callao, en donde murió. El rumor tuvo algo de cierto, pero no con relación a Roldán sino con Domínguez, torero español. Al ver los españoles el progreso que hacían los patriotas se reunieron en el Consulado y celebraron una acta propia de bárba– ros. Pusieron precio a la cabeza de los generales y jefes del Ejército Libertador, y por la de San Martín ofrecieron quinientos mil pesos. Hubo comisionados para buscar los asesinos y uno topó con el rejoneador citado. Por la querida de éste supimos los patriotas de lo que se trataba y llegamos a imponernos de que existía el acta. Al ocupar San Martín Lima trató de conseguir el documento origi– nal y gracias a la energía con que se procedió, el documento se

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx