Memorias, diarios y crónicas

34 FRANCISCO JAVIER MARIATECUI obtuvo. De él tomé una copia que perdí y lamentándome de esa pérdida con el señor Dr. D. Manuel Pérez de Tudela, me aseguró que él conservaba una. iOjalá que no esté perdida! El original fue presa de las llamas en el incendio del Ministerio. San Martín se portó como un caballero, tomó preso a Domín– guez cuando se presentó en Huacho, lo alejó del sitio en que se hallaba y le dio después pasaporte y no pude saber si lo usó o no, porque lo perdí de vista y no me acordé más del bárbaro matador de toros, que se comprometió después por dinero a matar a San Martín. Antes del acuerdo del comercio español para poner talla a la cabeza de San Martín y los jefes, y premiar a los que se pasasen, ya tenía mostrado su odio y encarnizamiento contra los patriotas o insurgentes, como nos llamaban. Reunidos el 9 de octubre de 1820, se obligaron los comerciantes a pagar cantidades a los soldados del Ejército Real, y ese acuerdo fue publicado en un hoja suelta sin designació n de imprenta y sin firmas, y repartido en los cuarteles por agentes del comercio y por los mismos comerciantes. Conservo un ejemplar, que mostraré a quien quiera verlo. En el caso de una acción general ganada a San Martín, se obligaba el comercio a dar al ejército doscientos mil pesos, ofreci– miento insignificante con relación a las ventajas que de ese triunfo debían sacar; o frecieron treinta mil a los que se apoderasen de una batería, y veinte mil, a los que rompiesen o desarmasen la línea enemiga. También ofrecieron premios por las embarcaciones de guerra. Por la " Isabel" , el "San Martín" o el "Lautaro'', cincuenta mil pesos. Si dos de estos buques fuesen tomados 150 mil pesos y si los tres 250,000. Nada se ofreció por estos buques echados a pique; debían ser tomados y entregados en el Callao a la Marina Real. iEstupendo ofrecer! Hago esta relación para que no se confunda por algunos semejante ofrecimiento con el premio o tasa de las cabezas de los patriotas, ofrecimiento que tuvieron muy secreto y que negaron. También hubo otro, obligándose el Virrey a recibir en su clase a los jefes y oficiales que se pasaran, y a premiar a la tropa que se desertase, en proporción a las condiciones con que se hiciera. Agentes de los enemigos propagaban en los pueblos ocupados por los independientes estos ofrecimientos, y un solo hombre fue seducido. Fue éste el subalterno Melo, natural de Chiloé.

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