Memorias, diarios y crónicas

ANOTACIONES A LA HISTORIA DEL PERU INDEPENDIENTE 37 Bañuelos. No es cierto que Coig no pudiese hacer sino una débil resistencia. Se resistió cuanto pudo, y su resistencia duró tanto como su vida, pues murió en la refriega. Tampoco es cierto que dueño ya del buque aquel temerario caudillo, mandó picar los cables, soltar las velas y pasar a otro anclaje. Cuando salió para el asalto todo estuvo previsto, todo calculado y dadas todas las ins– trucciones, a cada uno según la empresa y obra que le fue enco– mendada. Unos tuvieron la misión de cortar las cadenas, otros las anclas y éstos remolcar la fragata, mientras que él con los que le seguían subían a la cubierta por babor y Mr. Guise, su segundo por estribor. En el palo mayor se encontraron y cambiaron estas pala– bras: "Mr. Guise- Milord" todos Llevaban un lazo blanco al brazo para distinguirse. Ya estaba la fragata fuera del alcance de las baterías y aún la sangre corría en la cubierta. Yo me refiero a las memorias y al testimonio del coronel D. Juan Espinosa, que tuvo la gloria de ser actor en ese brillante episodio de la revolución, merecedor de encontrar un Olmedo para que lo cante. Los hechos de Cochrane en la campaña son grandes, heroicos y dignos de recordarse a nuestros descendientes, para que les tributen recuerdos de gratitud, de admiración y de respeto. Sabida es la causa porque Lord Cochrane fue mal visto de los suyos y que los celos y la emulación le causaron el que fuera desatendido, postergado y aun arrojado del servicio. Formó un plan para destruir la escuadra francesa anclada en la boca del río Cha– rente. Los oficiales que mandaban los buques que debían secundar– lo en el plan, no lo hicieron, y el Almirante Lord Gambier no dio las órdenes que debía expedir para completar la empresa de Cochra– ne. De otro modo el plan surte todo el efecto propuesto por éste, eclipsando así a todos los marinos. Largo sería referir todos los pormenores y me contentaré con copiar el juicio de Napoleón sobre este ataque. Hablando el Emperador sobre este acontecimiento dice: "Lord Cochrane pudo apresar o destruir toda la escuadra francesa en Charente". El interlocutor le expuso que la opinión de un distingu ido oficial, bien conocido del propio Napoleón, era que debidamente sostenido habría destruido toda la escuadra francesa. Napoleón repuso: "Sostenido Cochrane por vuestro Almirante, como debió serlo, habría apresado mi escuadra; el almirante francés fue un imbécil, el inglés un malvado". (O'Meaza, tomo 2, pág. 291 [? )). Gracias al almirantazgo británico, los chilenos y peruanos

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