Memorias, diarios y crónicas

46 FRANCI SCO J AVIER MARIATEGUI pueblos, proporcionarse recursos de toda especie para ponerse en apti tud de garantir su empresa, se reembarcó llevándose más de quinientos mil pesos en azúcares y aguardientes de las haciendas circunvecinas de aquel puerto con más de mil negros y demás que fue presa del pillaje según la voz pública" (h). ¿y un jefe español que da cuenta a su Gob ierno, ocurre a la voz pública para sostener lo que copiamos? ¿y D. Mariano Felipe Paz Soldán que asegura tener y creemos tiene documentos, pasa esto con tanta indiferen· cia? No lo comprendemos. Expongamos por nuestra parte lo que debe deducirse de las tontas y exageradas relaciones del General español. San Martín no desembarcó en Pisco para aumentar su ejército, ni lo aumentó allí; por el contrario lo dism inuyó dejando en lea la división Arenales. Si hubo uno que otro negro esclavo embarcado en la escuadra, no fue enrolado en sus filas, buscaron al lado de San Martín la libertad, huyeron de los indecibles to rmentos que sufrían y hubo madres que sobreponiéndose a todo sentimiento de la naturaleza, dieron sus hijos a los jefes y oficiales para que fuesen libres. ~o es cierto que San Martín aumentase su ejército en Pisco, no es cierto que sacase de las haciendas más de mil negros; ni fue plan de San i\1artín armar los negros y mucho menos el de libertarlos. Quería tener gratas a las gentes acaudaladas, y tales eran los propietarios de haciendas, los amos de esclavos. Los primeros que armaron sus esclavos fueron los españoles, itanto los cegaba el encarnizado odio que nos tenían! De los americanos fue el único el Conde de Montemar y Mon teblanco, que sacó de sus haciendas algunos y los armó, no para libertarlos, sino para que en vez del arado y de la lampa, con los que se cultiva la tierra y se da vida a los hombres, manejasen el fusil y el sable para matar americanos. Era la misma conducta que la de los españoles en cuyos corazones no había amor a los negros, ni en sus cabezas cabía la menor idea de libertad en los domésticos, ni en su voluntad la menor inclinación para proporcionar bienes a seres que consideraban como a sus bueyes y caballos. ¿Ganar San i\lartín la voluntad de los pueblos? No se gana lo que está ganado. ¿No ha sostenido con justicia el autor que las provincias del interior, que no eran dominadas por alguna división enemiga, se pronunciaban por la causa de la patria? ¿No había sucedido otro tanto en el li toral? [(h) La tr.insc-ripción es casi literal.)

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