Memorias, diarios y crónicas

62 FRANCISCO JAVIER MARIATECUI quilidad de América y a este efecto lo pidió así el señor Paul. Esta proposición clara y sencilla, en que nada de extraño había, dio lugar a una larga discusión y a que se pidiese que la votación fuese nominal. El resultado fue que hubo 78 votos a favor y 77 en contra. ¿y qué se pedía? Se pedía sólo que el gobierno cumpliera con presentar al Congreso lo que creía conveniente en lo relativo a América. Ocurrió esto en la sesión de 16 de octubre de 1821. En la de 14 de enero de 1822 volvió la Comisión a presentar un informe relativo a América, y todo su dictamen se redujo a que fuesen nombrados y remitidos a las provincias sublevadas, comisio– nados que oyesen lo que querían los americanos y lo comunicasen al Gobierno y éste a las Cortes. Y a la verdad que esto parece una burla y que es impropio de un Congreso, que debe ser digno y conocedor de lo que conviene a la nación. Cuando el señor Paz Soldán se propuso escribir el capítulo de las negociaciones de Punchauca, debió examinar esto que yo tengo extractado de los diarios de Cortes para saber lo que podía y debía sacarse de esos tratados. Bien lo sabían el Virrey por una parte Y el General San Martín por otra. Este exigía un reconocimiento de la Independencia, si no claro y terminante, al menos implícito, Y que se dedujese de los tratados. Quería fundar una monarquía y creyó que adoptar esta idea era terminar la guerra por un armisticio de pronto y por un tratado completo después. La Serna quiso ganar tiempo, con temporizar con el Gobierno español y buscar pretextos para continuar la guerra, sacando ventajas entretanto del a rmisticio, que le era necesario como ya lo tengo explicado. Pero ese armisticio, de que tanto provecho logró, como lo explicaré, se tornó después en un grave mal que le irrogaron los peruanos. Activos e incesantes eran en esta ciudad los trabajos de los patrio tas para conseguir que los cuerpos d e la guarnición se pasasen como se pasó Numancia, y en el cuerpo que menos trabajaron fue en el batallón Castro, compuesto de chilotes. Creíamos todos que los soldados de ese cuerpo eran los menos susceptibles de recibir ideas de patriotismo. Sin embargo, yo conocía al Capitán de caba– llería Gonzáles, que en el Portete murió siendo edecán del General La Mar, y éste me presentó al Capitán Corbalán de ese cuerpo, patriotas ambos, que deseando que la guerra terminase, trabajaron en ganar prosélitos, y lo consiguieron. Puestos en con tacto con el General San Martín, ofrecieron que el cuerpo saldría en formación para los ejercicios doctrinales, que en el campo del Pino se pon-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx