Memorias, diarios y crónicas

64 FRANCISCO JAVIER MARIATEGUI retornaba las contestaciones y guiaba a los pasados. Se comprome– tía y lo hacía generosamente, no habiendo querido recibir jamás el menor agasajo de nuestra parte a pesar de que era de muy poca fortuna. Llegaron los españoles a tener noticia de sus proezas y dieron orden de traerle vivo o muerto. Lo supimos los patriotas, se lo avisamos, y Zárate se ocultó, no habiendo querido ir a incorpo– rarse con los guerrilleros como se lo aconsej amos. Consistía su demora en que combinaba un plan que le sugirió su patriotismo, que a nadie comunicó y que realizó con suma facilidad. Buscó a varios esclavos de la hacienda de la Molina, los hizo armar como pudo y asaltó al sargento español y soldados que cuidaban de la caballada. Los sorprendió dormidos en el potrero, los hizo amarrar y custodiar por parte de los suyos, mientras los otros arrearon los caballos y algunas mulas del ejército. Tuvo cuidado de que dos amigos suyos, barberos, llevasen sus herramientas y que afeitasen media cara a los presos·. Verificada esta operación montó y fue a alcanzar a los que arreaban la caballada. Llegó con felicidad y se incorporó con los guerrilleros. Acaeció esto al tiempo del armisticio, y esta circunstancia daba derecho a los enemigos para pedir la devolución de los caballos. El General Monet se presentó a pedirlos y el jefe contestó lo que era verdad; que ni él, ni ninguno de los de su mando eran autores de esa empresa; que el paisano Zárate, con otros, había venido de Lima arreando los caballos; que los l'fabían llevado al in terior y vendídolos como dueños de ellos Y regaládolos, sin tener en ello dicho jefe la más pequeña interven– ción. Monet no podía replicar a esta verídica y terminante contesta– ción, y solicitó si podría hablar con Zárate, haciéndolo llamar de donde estuviese. No hubo inconveniente en ello, Zárate fue llamado y hablado por el General enemigo, entablándose un diálogo concebi– do poco más o menos en estos términos: Monet. -¿se ha traído U. la caballada del Rey? Zárate. - Sí señor. M. _¿y por qué ha cometido U. este atentado contra su Rey? Z. _¿y por qué el Virrey me mandó prender y que me llevasen vivo o muerto? M. - No sé eso y es tal vez una falsedad. Z. - No señor, es muy cierto, y lo sé con toda seguridad, ¿y a qué vino una partida a Melgarejo sino a prenderme? Felizmente yo no estaba allí y me lo avisaron; determiné vengarme y me vengué;

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