Memorias, diarios y crónicas
72 FRANCISCO JAVIER MARIATEGUI Dios y los hombres de las muertes, robos y otros delitos que pudieron ser perpetrados? Que nos responda el que escribió que la capital estuvo en perfecta y completa anarquía. Y no se diga que no se pusiero n en el caso los que se retiraban, porque en sus apuros no se fijaron en lo que podía suceder; pues entonces se replicará: "los españoles que se quedaron reclamaron esas armas para patrullar en la ciudad, calcularon los riesgos a que quedaban expuestos y pidieron un remedio que les fue negado". No hay pues disculpa posible, ni cabe defensa de tan enorme falta. Yo creo más y es que los españoles se habrían alegrado, si la p lebe se amotina, si roba, viola, incendia y mata. iCon qué placer no habrían visto realizado sus pronósticos y tal vez cumplidos sus deseos! Pero no se olvidaro n de los soldados enfermos que existían en los hospitales y que pasaba de un 15 por ciento de toda su fuerza. Esas enfermedades fueron producidas no por peste que grasase en la población y que no hubo, ni por mal clima, ni por malos y escasos alimentos, po r falta de víveres. En otro clima las enfermedades de la tropa eran en la proporción de un 25 por ciento. Los que estaban acantonados en Aznapuquio, o "Puquio hediondo" en caste· llano , viviero n en el Otoño respirando miasmas, vivían en tiendas o bajo de malas chozas y respiraban un aire mortífero. Era por esto excesivo el número de enfermos. Quisieron los españoles sacar a muchos y llevárselos para tener soldados. Lo supieron los patriotas por los barchilones y se les indicó el día que irían por ellos. El Dr. D. Julián Morales se d eterminó a ocultarlos, sacándolos por los techos; los barchilones les dijeron lo que pasaba, a lo que se expon ían; y los que podían ser sacados de· terminaron fugar. Los vecinos consintieron, a súplicas del Dr. Mora– les, en prestarse a dejar pasar libremente a los soldados que quisie– ron escaparse. Y los soldados se escaparon y el Dr. Morales propor– cionó una casa en que se asilaron los que no se fueron a las suyas o a escondites propios. Los trabajos de los patriotas fueron buscar co– mida para más de dos mil que ocultaron. Las señoras que lo supie– ron y que no sabían cómo proporcionar comestibles, sufrían y llora– ban, y una ofreció el burro en que se cargaba el agua que consumía. La carne de este animal y el caldo que con ella se hizo, sacaron a los patriotas de apuros. Ellos quitaron a los enemigos las víctimas que debían sacrificar y dejaron ir a sus casas a todos los que prefirieron ganar el pan con el sudor de su rostro, al servicio del ejército. ¿y por qué omitió el señor Paz Soldán este hermoso
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx