Memorias, diarios y crónicas

74 FRANCISCO JAVIER MARIATECUI Director O'Higgins que le franquease la Escuadra, que le prestase del Teso ro doscientos mil pesos, y que Je permitiese sacar la tropa y oficialidad que él necesitaba para sus planes, que consistían en emprender una nueva campaña, dirigiéndose a las Filipinas. Creía el Almirante que Chile no podía sostener la escuadra, ni debía conser· varia ; que en la toma de las Islas, apresaría algunos buques y con ellos recuperaría, de pronto, la nación, lo que Je prestaba; que seguro como estaba de apoderarse de Filipinas, se prometía realizar serias empresas, que harían memorable el nombre de Chile, de su Director y de su escuadra; que de este modo pagaría a la República el valor de sus buques y cuanto Je debiese. El plan fue examinado y discutido en Santiago, en junta de Ministros, y de unas cuantas personas notables, entre las que estuvo el propio General D. Anto– nio Pinto; pero el plan fue rechazado, habiendo tenido uno o dos votos favorables; siendo uno de ellos el personaje de quien hube estas noticias. Esta empresa habría sido factible, no así Ja de San Martín. Afirma el autor de Ja historia, que San Martín tuvo razones para asumir la autoridad suprema del Perú, y apoya esta medida creyéndola útil, y que no quiso valerse de Ja farsa de elecciones para vestirse con este falso ropaje. Sensible es que el señor Paz Soldán sea tan ligero al referir el paso falso que San Martín diera, y del que nacieron después todos sus desaciertos y errores; y no lo comprendemos, ni podemos conciliar con sus ideas cuando después de ponderar el colosal proyecto de hostilizar a la Espafia con sus tres buques, concluye así su acápite: "las complicaciones interiores en ese Estado (Chile) y el adormecimiento en que cayó cuando entró a Lima, le hicieron no pensar más en ello". (n). No fue esta ciudad una moderna Capua para este moderno Aníbal, no lo adormecieron ni el clima, ni el bello sexo, ni los goces de la capital; lo adormeció el pernicioso e irrealizable proyec– to de monarquizar a la América, proyecto que venía de Buenos Aires, que se dejó iniciado en Chile y que se debía realizar en el Perú. De aquí nació el Protecto rado , la monárquica Orden del Sol, de aqu í el Consejo de Estado y de aquí la misión de García del Río y Paroisien para ofrecer el trono al príncipe que qu1s1ese admitirlo; pues el buscar un amo a este rebaño y dar lo que no se tenía ni se poseía, era el objeto de su misión. l(n) Ver Mariano Felipe Paz Soldán, op. cit. , pág. 195 196.]

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