Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
106 MARIANO TORRENTE bres, que el virei saliente babia puesto en marcha para el referido ejército, recibió nuevas escitaciones del entrante á fin de que concurriera con su bizarría i decision á las glol'Ías que debian esperarse del citado ejército de operaciones . Era el dia 7 de julio cuando entró en Lima el señor Pezuela con el júbilo mas puro de aquella leal poblacion que se creia al abrigo de todo embate teniendo á la cabeza del gobierno un gefe tan acreditado á quien se hahia debido mas de una vez la salvacion del vireinato. Sin tomar el menor descanso despues de un viaje de 540 leguas, que babia recorrido á caballo, se ocupó con el mayor teson i energía en el inmediato arreglo de todos los ramos de la administracion pública; i aunque los halló ha - tante decaídos, i una deuda de once millones de duros, pudo sin embargo ocurrir con puntualidad al pago de los gastos ordinarios enviar conside– rables ausilios al ejército del Alto Perú, i aun llevar á cabo costosísimas espediciones sin apremios violentos i sin exacciones vejatorias. El primer batallon de Estremadura se había sublevado poco tiempo antes de la entrada del señor Pezuela en Lima, juntamente con los do referidos escuadrones pidiendo sus alcances de España, i desobedeciendo la voz de sus gefes; pero la recomendable oposicion que hallaron en el cuerpo de artillería para unirse á sus depravados intentos i la energía que des– plegó sucesivamente el virei Ahascal presentándose á caballo ante aquellas masas insubordinadas, calmaron completamente el motin, i disiparon los justos temores que hahia concebido aquel vecindario por unas tropelía desconocidas hasta entonces. Uno de los primeros actos en que el señor Pezuela ejerció autoridad fue en mandar llevar á efecto la sentencia pronunciada por el consejo de guerra nombrado con esta especial comision: despues de haber $ido ca - tigados los principales motores, i de haber sido entusiasmados los demas con una enérgica alocucion que les dirigió dicho virei Pezuela manifes– taron con tanta sinceridad su arrepentimiento~ que para dar nuevas prue– bas de su fidelidad i decision, pidieron, i se les concedió el honor de ser enviados al cuartel general á fin de ejercitarse activamente contra lo ene– migos del Rei. Mientras que el nuevo gefe estaba arreglando todos los ramos de la administracion, seguían las tropas realistas cubriéndose de gloria en el Alto Perú. El coronel don José de La Hera babia logrado sorprender en el mes de junio el grupo principal del caudillo Padilla en el pueblo de Quinteros, distante tres leguas de la ciudad de La Plata valiéndose del ausilio de un indio que hahia sido hecho prisionero con otros cuatro en uno de los ranchos inmediatos. Arrojándose el bizarro La Hera con impetuosidad i rapidéz sobre el campo de Centeno antes del amanecer, causó en él una horrorosa mortandad, á la que pudo sustraerse aquel caudillo con la mas precipitada fuga.
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