Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
118 MARIANO TORRENTE VII que llevaba de escolta, quienes sucumbieron al hierro homicida ante que abandonar á su gefe. Empeñado La Serna en llevar á efecto su plan primitivo de invadir dicha ciudad de Salta, i aun de estenderse hasta el Tucumán, dejó de guar– nicion en Jujuí al brigadier Olañeta con la fuerza necesaria para sostenerse i con el resto de sus tropas se dirigió ácia el indicado punto de Salta recha– zando continuos ataques en su tránsito, habiendo brillado particularmente el que sostuvo el teniente coronel mayor don Bernardo La Torre eu el parage llamado la Caldera, en el cual fueron completamente batidos los insurgentes, así como en la Pampa ó llanura que hai en la entrada de dicha ciudad en la que presentándose los enemigos con una fuerza de 2.000 hombres fueron perseguidos, i acuchillados hasta la mismas calle en la que habian tratado de defenderse. Iba agravándose sin embargo la posicion del general; los incan a– bles gauchos le hostigaban de continuo, llegando su insolencia hasta el punto de llevarse arrastrando al lazo algunos individuos de los pue to avanzados: convenia á todo trance darles un golpe decisivo, i á este fin determinó que saliera para el punto del Bañado, que era su principal ab1·igo una espedicion al mando del coronel Sardina con el batallon de Gerona i toda la caballería posible. Los rebeldes en fuerza de mas de 1300 hombre , montados la mayor parte en buenos caballos, en lo que eran mui superio– res á los realistas, i todos ellos armados de fusil esperaron á pie firme á las tropas del Rei; la pelea fue viva i obstinada por todas partes hasta que anocheció; pero lo fue todavía mas la que se emprendió al dia siguiente en las pampas del Rosario en donde los leales hicieron prodigios de valor. Los enemigos dejaron muchos muertos en el campo de batalla; pero t pequeño triunfo fue mui costoso á los realistas por la pérdida del deno– dado coronel Sardina, que murió de sus heridas á las poca hora d ll - gar á Salta, i por haber herido asimismo al teniente coronel don Bernardo La Torre i 30 hombres mas, si bien solo 3 ó 4 de ellos sucumbieron á la iolencia de los golpes recibidos. En medio de estos contrastes persistía La Serna en la idea de :ten– der su línea para llamar la atencion por aquella parte al caudillo San Mar– tin, cuando las noticias de que este hahia franqueado victoriosamente lo Andes i arrollado al general Marcó del Pont le hicieron variar entera– mente sus planes, i principiar en 15 de mayo la retirada que debió lle a1· á efecto con bastante precipitacion á fin de restablecer la calma, que ba– bia desaparecido de las provincias de la espalda por la entrada en Ua d algunos cabecillas insurgentes. A pesar de las continuas incursione d l gauchos sobre los flancos i retaguardia del ejército no hubo desorden en este movimiento retrógrado, si bien fue preciso abandonar mucho pertre– chos i efectos pesados, i brilló mas que nunca el incansable celo del ge· n eral La Serna, i su acierto en buscar sitios que ademas de ofrecer una
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