Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
120 MARIANO TORRENTE ron de tal modo el e píritu de insurreccion en la provincia de Charca que ya el 5 de marzo habían reunido fuerzas suficientes para batir la di· vi ion del coronel don Francisco Maruri, i para sitiar sus restos en el fuerte de la Laguna. La situacion de dicha provincia se habia hecho muí crítica rlesde la indicada derrota· se hallaba entonces el cuartel general en Jujuí dis– tante 130 leguas de este punto, i por lo tanto no podian llegarle á tiempo su refuerzos; la guarnicion de la capital era tan escasa, que apenas bas– taba para u defensa; los sitiados en el referido fuerte tenían í eres para muí poco dias i su rendicion, que parecía inevitable, iba á aumentar el orgullo de los rebeldes i á completar el estravío de la opinion. Solo un golpe de arrojo podía cambiar el aspecto de los negocios i evitar lo te– rribles males que estaban pendientes sobre aquella desgraciada provincia. El entonces coronel don José Santos La Hera, que había dado re– petidas pruebas de su decision i valentía, agregó nuevos títulos á su glo– ria ofreciéndose voluntariamente á salir de la capital con dos compañías de infantería á ponerse en comunicacion con los sitiados de la Laguna i á hacer los posibles esfuerzos por salvarlos de su ruina. El gobernador de Charcas conocia lo arriesgado de la empresa; pero convencido de que aquel atrevido movimiento era el único que podia sacar la provincia del abi mo en que iba á precipitarse, admitió la oferta de La Hera esperando que su habilidad i recursos guerreros suplirían la falta de medios eficaces para a egurar el triunfo. Cuando los rebeldes vieron aproximarse esta pequeña columna, la miraron con el mas alto desprecio, i dirigieron todas sus mi– ras á cortarla, para que ninguno de los individuos que la formaban pudiera retirarse á la capital. La llanura de Garzas era el punto destinado para dar un ejemplo de lo que son capaces los valientes que sostienen una justa causa i que aprecian en su verdadero valor el pundonor militar: atacados con la mas ciega confianza é irritante orgullo, hubieron de de plegar un increíble grado de vigor i firmeza para resistir las impetuosa carga de lo on– trarios; el choque fue obstinado i sangriento; cada cual puso por su parte todo el fuego i entusiasmo que sugieren el furor i la de esperacion; p i·o habiendo sido heridos los dos mayores caudillos Prudencio i Rabelo, se perdió el nervio principal de las filas rebeldes, i arrojándose entonces La Hera denodamente sobre aquellas masas desconcertadas, fijó á u lado la victoria. Rescatados los sitiados por el arrojo é intrepidez d este gefe i de sus valientes tropas que con tanta felicidad segundaron sus noble im– pul os, fue destruido el citado fuerte de la Laguna, e en iaron á la capital cuantos pertrechos i efectos babia en él, i se situó La Hera en Tarabuco. El terrible contraste que acababan de sufrir los rebeldes, i la alta opinion que llegaron á concebir de las tropas del Rei fueron los agentes
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx