Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
142 MARIANO TORRENTE Presentándose en este orden la escuadra en la bahía del Callao dió el almirante Cochrane una muestra de su ridícula persuncion, desafiando al vi– rei á medir las fuerzas de la marina española con las suyas con igualdad de buques i de tripulacion; envió en seguida un cohete á la Congreve, figu– rándose aterrar por este medio á los valientes realistas; pero ambos recur– sos fueron desechados con el mas alto desprecio, escitando la befa i escar– nio de los que creian hallar en un noble inglés de aventajada instruccion i brillante carrera, menos estravagancia en sus idea , i ma pulso i solidez en sus operaciones políticas. ¡A qué desvarios no precipita el espíritu de partido, la codicia ó la amhicion! ¡Un almirante de la marina inglesa convertido en gefe de la e cuadra rebelde! ¡Un ciudadano de los mas ilustres de la Gran Bretaña cambia su ciudadanía por la de un pais en lucha á todos los horrore de la guerra civil i de la anarquía, sin gobierno, sin leyes, sin union, i e clavo de otro estado que se dice su protector! ¡Uno de los mas hábiles i esforzado gefes de Inglaterra humillarse hasta el estremo de capitanear una turba de facciosos desordenados! Mengua es por cierto que en la brillante ca– rJera de Lord Cochrane aparezca esta mancha que rebaja tan notablement u sobresaliente mérito. Esta inconsistencia de principios probará á lo me– nos que aun los hombres mas eminentes tienen cuitados momentos en que e eparan de la senda que les traza la gloria. Mas volvamos á sus negociaciones con el virei. Desengañado aquel inconsiderado marino de la poca mella que hacian en los españoles su atrevidas bravatas resolvió dar un ataque parcial en la noche del 2 d ~ octubre, como ensayo de su grande empresa: colocado á vanguardia el bergantin Galvarino llevó á remolque la balsa de Miller i la colocó á 800 varas de las baterías enemigas; el Araucano conducia la balsa de los cohe– tes; i la de Charles siguió también remolcada por la fragata Independencia. Rompió el fuego aquella linea de nueva invencion; se echó mano de los cohetes; principió el bombardeo; pero fue ejecutada toda esta ma– niobra con tanta torpeza, i correspondieron tan malamente aquellos d - conocidos medios hostiles al anuncio pomposo que se habia h cho de ello que rebentando los unos, i tomando los otros una torcida direccion no pro– dujeron el menor efecto sobre las obras de los reali tas, i e to en u lugar les causaron grandes quebrantos, dejando lleno de confusion i ergü nza al osado proyectista. Se consolaron sin embargo los insurgentes de este bochorno o lanc con el vivo fuego que hicieron las baterías de los realistas en la noche del 4 contra un banil de alquitran encendido, que la marea llevaba ácia sus buques, sin considerar que aquella alarma producida por un objeto tan insignüicante era la mejor prueba de la vigilancia de dichas tropa i de su teson en defender á toda costa los puntos que estaban confiado á su bizarria i lealtad.
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