Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

160 MARIANO TORRENTE en la bahia á la O 'Higgins, que con su alto bordo ocultaba las barcas colo– cadas al costado opuesto. Figurándose los realistas que el movimiento de aquellos buques babia sido producido por la vista de algunas velas desco– Hocidas, creyeron que podian descansar aquella noche sin el menor cuidado. Eran las diez cuando se embarcaron las tropas destinadas al asalto, i se dirijieron en el mayor silencio ácia el fondeadero de los buques es– -pañoles. La fragata anglo-americana la Macedonian, i la inglesa la Hiperion se hallaban surtas fuera de la estacada; i lo que prueba su inteligencia con los insurjentes, especialmente de parte de la primera, fueron los vivas en que prorrumpieron los mismos oficiales, i las demostraciones del mas ardiente interes por el feliz resultado de tamaña temeridad. Las harcas llevaban solo 240 combatientes formadas en dos divisiones una de las cuales era mandada por el capitan Croshy, i la otra por el ca– pitan Guise ambos ingleses, bajo la inmediata direccion de Lord Cochrane . Seria la media noche cuando cruzaron la estacada: al aproximarse á la Esmeralda, les dió el quien vive un centinela de proa de una lancha cañonera que hacia la guardia á la citada fragata. Cochrane, que se ha– llaba en la primera barca, se arrojó encima del citado centinela, i le ame– nazó con la muerte si hacia el menor movimiento: en un instante e hallaron todos los botes reunidos, i abordaron aquella fragata por babor i estribor. Sorprendido el capitan Coig, que se hallaba en la cámara conver– sando con don Meliton Perez del Camino i con don Manuel Bañuelos comandantes de otros buques, que habian ido casualmente á visitarle no pudo hacer sino una mui débil resistencia desde debajo de la cubierta. pues que la gente que se hallaba encima babia sido sorprendida por el referido Coch1·ane i por el capitan Guise, que por ambos lados fueron los primeros en subir al abordage. Dueño ya de este buque aquel temerario caudillo, mandó picar lo cables, soltar las velas i pasar á otro anclage con dos lancha cañoneras que tenia apresadas. Las fragatas Macedonia é Hiperion isaron faroles como señal convenida para que no dirigiesen contra ellas los fuegos de la plaza. Lord Cochrane, que indudablemente tenía a iso anticipado d esta operacion., presentó igual número de faroles para que los españole dudasen de cual babia de ser el verdadero blanco de sus tiro . La pérdida de los españoles no bajó de 100 hombres entre muertos i heridos: entre e to últimos se contó el capitan Coig despues de rendido, de resultas de una bah de cañon disparada de los castillos ó de alguna lancha cañonera. Los patriotas perdieron escasamente la mitad de gente que los epa– ñoles; la fortuna premió con dadi osa mano la ciega confianza con que se habían entregado á tan arrojada empresa, propia sola para ser on - bida por una cabeza escéntrica como la del marino británico. Fué et

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx