Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
162 MARIANO TORRENTE llegas, i la segunda por Soroa, f ue igualmente funesta, pero aun mas ver– gonzosa. Ya desde principios de setiembre babia· d ispuesto el · virei que dichas dos fragatas con la Esmeralda salieran á hostilizar la espedicion enemiga por todos los medios posibles, evitando así el ataque incendiario que Lord Cochrane intentaba darles en el Callao, á cuyo fin se babia provisto de lanchas cañoneras para hacer u so con ellas de la !;>ala roja. Este acertado plan sufr ió una notable variacion por los imprevisos reparos que hizo la Esmeralda para no salir á la mar hasta que hubiera completado su hahilitacion. Las citadas fragatas P rueba i Venganza, despues de haber tenido un encuentro con la espedicion chilena, en el que corrió mucho riesgo el tras– porte la Rosa de ser apresado por ellas, llegaron á tomar á su bordo en Arica al segundo batallan del primer regimiento, i dos escuadrones de lan– ceros que habían sido dirijidos para Lima, con el general Canterac, i de– sembarcaron, segun ha sido indicado, aquellas tropas en el Cerro azul en 27 de noviembre, vista la dificultad de en trar en el Callao sin tropesar con la escuadra insurjente. Haciéndose á la vela para el Norte sin recibir ordenes del virei arribaron á Panamá, i habiendo tomado en aquel punto algunos efectos á fletes para San Blas, tocaron en Acapulco á t iempo de haberse pro– clamado en aquella plaza la independencia. En la historia de Mejico del año 1821 se verá el sospechoso comportamiento de los citados capitanes i de Cortés i Aldana; i en la de Guayaquil del año 1822 se dará cuenta de la pérfida venta que los referidos oficiales h icieron á los insurjentes de dichos dos buques i de la corbeta Alej andra. En 1825, fueron entregados asi mismo á los m ejicanos el navío Asia el bergantín Aquiles. Ya en el año 1818 habia sido apresada la María l sahel en Talcahuano; en 1820 lo fue el hergantin P otrillo en Valdivia · en 1821 el Aranzazu en las aguas del Callao; i en este mismo puerto i año el resto de las fuerzas navales realistas. En 1819 hahia naufragado el navío San Telmo en el cabo de Hornos, i el Alejandro babia debido vol– verse á Cádiz desde la línea. Parece pues que el m as fu nesto destino per– siguió á todos nuestros buques de guerra en el mar pacífico durante la insurreccion de aquellas costas. La marina que h a dado tan tos dias de gloria á la España, ese cuerpo compuesto de caballeros pundonorosos i es– forzados; que ha sabido conservar constantemente su lu stre sin que nin– guno de sus individuos lo hubiera contaminado con género algu n o de des– lealtad ó vileza, formó en la citada lucha un momentáneo paréntesis á su brillo. Nu estro espíritu observador se detendria poco en hacer esta re ista crítica, si en la citada marina se hubiera notado tan solo esa inespicahle fatalidad, que en medios de tantos reveses no contó otra accion gloriosa sino el apresamiento del Maipu por el teniente Sevilla. Mui l ejos estaría-
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