Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

174 MARIANO TORRENTE i de aquí finalmente la inaudita defeccion de gefes, oficiales i aun cuerpos entero , de esos mismos individuos que se habian conservado constante– mente fieles, sin que hubieran manchado jamas su buen nombre. Un golpe atrevido de parte del virei, una batalla dada al caudillo an Martin, alguna ventaja conseguida por la marina habría podido sos– tener la opinion i dar un giro mui düerente á los negocios; pero como el plan de campaña del señor Pezuela se limitó á la defensiva, tuvieron tiempo los contrario de reforzarse i de hacer rápidos progi·esos en su causa. Cuando un edificio principia á desmoronarse, no bastan puntales para so · tenerlo. Así sucedió en esta desgraciada época. Introducido el desaliento en el ejército real i en igual proporcion la creencia en el pueblo de que iban á triunfar las armas de San Martin, era consiguiente en unos i en otros olvidarse de sus deberes, i dirijir todas sus miras á prestar servicios á los que eran ya considerados como nuevos dueños, para conservar u empleos, i aun para ganar mayores grado i distincione , que no eran e - ca eados por los insurjentes espedicionarios. No fue, pues, en nuestro concepto la fuerza general de la opinion lo que redujo en estos momentos á la orilla del precipicio el dominio del Reí, sino la fatalidad del destino, i el mismo curso irresistible de los sucesos. Porque si hubiera sido ~o primero ¿cómo habrían podido los gefes :realistas levantarse á los pocos meses de su abatimiento, organizar nuevos ejércitos de los esclusivamente hijos del país, po1·que ya los europeos ha– bían quedado reducidos á mui corto número, apoderarse de la mayor parte del vireinato i sostener la guerra con brillo por el espacio de cuatro año ? Nos ha parecido mui conveniente hacer estas críticas observaciones antes de concluir el capitulo histórico del año 1820 para rebatir lo e - peciosos argumentos que hemos visto consignados en repetidos escritos, i dirigidos á hacer ver á la Europa el inútil empeño del Monarca español en pretender el don:llnio de unos paises, que quieren probar le son abier– tamente contrarios. Son, lo repetimos, especiosos, i se veria su poco fun– damento, si una regular espedicion, apoyada por fuezas navales que do– minasen el pacífico, apareciese por aquellas costas.

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