Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
182 MARIANO TORRENTE los chilenos, sino se hallaba á su cabeza el bizarro marino con quien e taba íntimamente unida su suerte. Se alarmaron los insurjentes con estos peligrosos manejos i como . in la marina no podian llevar á efecto la espedicion proyectada, emplearon todos lo resortes de la intriga i persua ion para calmar el enojo del almi– rante. Prometió éste deponer su resentimiento, levantar el arresto al ca pitan Gui e i re tablecerle en el mando, si el gobie1·no reconocia la ju . ticia con que él hahia procedido en el castigo de este individuo. Arreglada estas diferencias con aceptacion general, i reconciliado Cochrane con Guise, si bien se observó todavía alguna frialdad que solo e disipó cuando al abordar Cochrane la fragata Esmeralda en el puerto del Callao vió saltar al mismo tiempo por la cubierta de la otra banda al citado Guise, hubo que superar otras nuevas dificultade , producidas por la opo– sicion de los marineros á embarcarse sin haber cobrado antes todos su atrasos. Quería el gobierno valerse de los medios de la fuerza para que aquellos hombres acudiesen á sus puestos; pero manifestando Lord Co– chrane la justa oposicion que era presumible hiciera el capiitan Sherif de la marina inglesa, que se hallaba entonces en Valparaiso, contra t da medida que llevase el carácter de violencia sobre los súbditos de su nacion se adoptó otro espediente que produjo todo el efecto que podia de ear e. Una pronta proclama en la que prometía San Martín pagar á su entrada en Lima todos los atrasos á los marineros estranjeros que se alistasen pai-a servir sobre los barcos del Estado, i que se daría ademas á cada individuo un año de sueldo por recompensa, hizo que todos e apresurasen á con~ traer nuevos empeños. A pesar de Ja falta de metálico i de lo infinitos tropiezos que rodeaban á los gefes insurjentes de Chile, llegaron á reunir en el campo de Quillota un ejército de 4500 hombres que fueron embarcados en 19 de agosto á bordo de la escuadra i de algunos trasporte , que dieron la vela al dia siguiente para acometer la empresa mas arriesgada que se hu– biera ofrecido á la exalta imaginacion de San Martin, de la que se había hablado ya en el capítulo del Perú.
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