Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

186 MARIANO TORRENTE ordenanza al pasar cerca de ellos, que sin duda estaban descuidados ó dormidos, de cuya poca vigilancia no podía ser responsable quien no babia faltado á lo que prescriben las leyes militares. Despues de esta acalorada cuestion, que se resolvió á favor del citado Ceballos regresó éste al referido campamento de Aznapuquio con noticias exactas é individuales de la fuerza insurjente, que no bajaba de 120 caba– llo , asi como de su marina que se componía de dos bergantines de guerra i ocho trasportes sin gente alguna de desembarco. Como Ceballos en su retirada hubie1·a manifestado al oficial que lo escoltaba los deseos que tenia nuestra soberbia caballería, mandada por el bizarro general Canterac, de 1ravar un ordenado combate con la contraria, dando por seguro el triunfo de aquella arma invencible, recibió al dia siguiente un pliego de desafio parcial del capitan Roulet con solos 70 hombres por cada parte. Era esta poca gloria sin embargo para unas tropas que cifraban todas las es– peranzas de mejorar de posicion en una operacion en grande, i se desechó por lo tanto aquella insulsa bravata que no podía producir mas resultado que el de entorpecer las activas operaciones, de que era preciso ocupar e en aquel momento. Aunque estos acontecimientos no se presentan á primera vista como de la mayor importancia, lo fueron sin embargo si se considera que con este importante servicio quedaron descubiertos los ardides de San Martín, reducidos á aparentar en Ancón fuerzas imponentes mientras que él se disponía á operar con el grueso de su ejército sobre ]a derecha de lo realistas. Se trató al mismo tiempo de sorprender al citado puerto de Ancón de cuya empresa quiso encargarse el general Canterac poniéndose en mar– cha en la noche del 10 con una columna de caballería, cuya vanguardia era mandada por el fiel decidido ame..ricano realista marques de Valle– umbroso; pero habiendo el tránsito de un gran cerro de arena retardado la marcha mas tiempo que el calculado para la sorpre a, quedó esta fru - trada por el anticipado aviso que tuvo el enemigo, quien retirado á su · buques í abrigado por los fuegos de artillería, dejó sin objeto la citada operacion. Pensó entonces el virei seriamente en dar una accion general que conocía era ya indispensable en el estado en que se hallaban lo negocio : mandó con este objeto se aprestasen las bestias necesarias para mover la gruesa artillería i todo el material del ejército; se dispu o que el general Canterac se avanzase con la caballería i con algunos batallones sobre Chan– cai, en donde deheria reunírsele el resto del ejército con el general La Serna· pero se malogró tan acertado movimiento á causa de loo:\ alarmantes avi os que recibió el virei del plan que tenia acordado San Martin para caer sobre la capital Juego que se hubiera ausentado el ejército.

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