Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
188 MARIANO TORRENTE sagaz prev1s1on mucho antes que le fuera sugerido por personas estraña , marcaba abiertamente su desaprobacion, fundada en los malos efectos que había de producir la llegada de su familia á la península, la que sería considerada como una señal indudable de la desesperada situacion de los negocios en el Perú, escitaria una intempestiva alarma en el público i una fatal desconfianza en el gobierno, cuyos resultados habian de ser el verse privado de los ausilios que tal vez se estaban disponiendo en aquel mo– mento, segun tenia pedidos por varios conductos, en repetidas instancias i con urgente encarecimiento. Al verse esta inesperada variacion creció el descontento de algunos gefes que creian de buena fé, que quedando solo el virei habia de ser el primer soldado del ejército, el primero en los peligros, en las fatigas, en los padecimientos i privaciones, repitiendo los magníficos ejémplos que ha– bia dado en el alto Perú de celo, firmeza, sobriedad i templanza. La exas– peracion de los mas celosos i exaltados por sostener el honor de las armas españolas llegó á su colmo cuando las tropas avanzadas sobre Chancai al mando de Canterac, tuvieron órden de retroceder en vez de ser refor– zadas por el resto del ejército, segun babia sido mandado anteriormente. Figurándose dichos gefes que si no se desplegaba un grado estra– ordinario de energía iba á perderse el ejército, que contaba todavia con brazos esforzados para no recibir la lei de un enemigo jactancioso, con– cibieron el plan de deponer á dicho virei Pezuela, persuadidos, segun ma– nifestaron, de que solo con esta providencia podían salvarse de la inevi– table ruina que les amenazaba, i de rescatar al mismo virei del precipicio que babia abierto el pretendido empeño de no moverse de la capital por temor de que el enemigo se apoderase de ella durante su ausencia. Llega Canterac al campamento de Aznapuquio: una gran parte de los gefes i oficiales que habian quedado en él abundaban en las mima ideas que se habían generalizado en la division de vanguardia; se agita la cuestion, suscriben todos los presentes al atrevido proyecto: se compro– meten á sostenerlo bajo su responsabilidad; se estiende la minuta de la intimacion, se discute i se firma en nombre de todos los gefe del ejército· i se le dirige al secretario de la junta de guerra, que lo era entonces el coronel don Juan Loriga. Presenta éste dicha intimacion al pundoroso Pezuela; se irrita al leerla, se detiene sin embargo pau adamente á con– siderar las causas alegadas por los referidos gefes para obligarle á entregar el mando al general Laserna, designado por su sucesor segun el pliego de providencia ( 1); no pierde su serenidad i firmeza en un momento tan crítico, en que no solo vé el decretado despojo de su autoridad, sino 1 (1) Pliego de providencia 6 de mortaja es el que se espedia cerrado, designan– do el sucesor de los vireyes 6 capitanes generales en caso de fallecimiento 6 de otra causa que impidiese el ejercicio de sus funciones.
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