Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

198 MARIANO TORRENTE Deseoso el benéfico general Alvarez de ahorrar la efusion de sangre tanto de us tropas como de los infelices que habían oido la voz de la educcion i de la perfidia, les intimó la rendicion ofreciendo perdonar á todo menos á lo autores de aquella rebeldía: sus genero a e presiones fueron interrumpidas con insolente gritería. Conociendo entonces la nece· idad de hacer u o de la fuerza, mandó subir alguno oldado para que hicieran fuego desde una ventana alta, i aunque los tiro eran inciertos por u oblicuidad i por la total oscuridad en que habia quedado el pórtico de la prevencion, uno de ellos sin embargo hirió al coronel Lavin quien poseido de la mas desesperada rabia i furor no se ocupó de restañar la ang.fe que corria copiosamente de su herida , por cuyo descuido e halló erto cadáver á las pocas horas. Luego que el presidente Tristán oyó las primeras descarga , salió rápidamente con la caballería, i formó al frente de la puerta principal que daba á la plaza, mandando al mismo tiempo que su partida de infantería hiciera un vivo fuego para impedir la comunicacion de los sublevado co11 los muchos iniciados en dichos planes que se hallaban en la ciudad. Vién– dose ya perdidos los rebeldes, solo trataron de salir á la plaza i sustraerse con la fuga á su bien merecido castigo; i al tiempo de abril' la puerta para verificar su fuga, se metió dentro de ella el citado Tristán é hizo rendir la~ armas al capitan Villalonga i á los <lemas suble ado . Asi terminó esta terrible conspiracion, la que si hubiera tenido u11 feliz desenlace habría estendido su maléfico influjo por toda la provincia" internas de la Sierra i aun por las del Sur; i se habría agra ado con i– derablemente la demasiado crítica posicion de los negocios. A i pereció ese malogrado guerrero que tantos servicios babia prestado á la causa del Rei habiendo principiado su carrera desde las primeras conmocione de Bueno Aires en que fue enviado por el virei Cisneros á comunicarla al genern1 Liniers. Un fin tan desastrado cupo á quien olvídándo e de sus principio de honor i lealtad, i no teniendo en consideracion los grande beneficio que había recibido del gobierno español que le habia elevado basta la clase de coronel , abandonó la ilustre carrera que por tantos año habia recorrido, se dejó contaminar por el fuego de la sedicion i elló u perfidia en Arequipa i en este último punto. Habiéndose procedido á juzgar á los cau ante de aqu 1 de ord n fueron sentenciados á ser fusilados por la espalda como traidore el ca· pitan Villalonga, un soldado que le servia de asistente i un cabo de la guardia de prevencion; la tropa de que ésta se componía fue quintada para sufrir un ilimitado servicio en los cuerpos del ejército· el capitan Guillen ~ que era tenido por uno de los iniciados en el pro. re to fue ab- uelto sin embargo por falta de pruebas; 1 e.apitan Zamora que ra 1 segundo gefe de los sublevados, se halló espirante cuando to rincüeron . u armas, i murió poco tiempo despues. La pérdida de los reali ~ta con i tió

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