Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

202 MARIANO TORRENTE i de haber reorganizado en ella todos los ramos públicos que habian sido enteramente trastornados por los disidentes que la habían invadido poco ántes, se habia unido con un hatallon i un escuadwn á los generales Ricafort i Valdés en el valle de Jauja para operar sobre el flanco izquierdo del enemigo que ocupaba entonces los pueblos de la costa i parte de la sierra al N. de Lima. Mas habiéndose retirado por órden del virei dichos dos generales, quedó Carratalá encargado de cubrir i defender el importante mineral del cerro de Paseo, i todo el pais de retaguardia que forma el centro del Perú, i se compone de una parte de la provincia de Tarma al S. del espresado cerro i de las de Huancavelica i Huamanga. Para tan delicada operacion tenia tan solo 300 caballos algunos de ellos inútiles, i 400 infantes ditrihuidos en varios destacamentos, señala– damente sobre el territorio de Cangallo, cuyos indios llamados morochucos, habían permanecido en pe1·pétuo estado de lucha desde el año 14, i que tan solo se sometieron sínceramente á la autoridad real en el 22 al favor de las enérgicas medidas tomadas por dicho Carratalá, encargado de su pacificacion. La suerte de esta columna parecia mui comprometida si como era de temer, se presentaban contra ella imponentes fuerzas de las que poclian disponer los enemigos. Bien informados éstos de su estado de debilidad, destacaron al coronel Arenales con una division de 2500 hombres segun ha sido indicado anteriormente, con la que daban por segura la destruc– cion de los realistas, el libre dominio del mencionado mineral, i el goce de sus productos metálicos. Ni se limitaba á esto solo el plan de Arenales, sino que se estendia á sublevar aquellos hermosos paises, de cuya adhesion á sus ideas no dudaba, i á posesionarse de las avenidas de Lima á la sierra para hostilizar desde las cimas de los Andes los tristes ·restos del ejército español, que presumia habian de verse precisados á evacuar la capital. La posicion de las débiles fuerzas del coronel Carratalá era urna· mente critica i aventurada; todas las probabilidades de la guerra estaban en su contra: batirse contra una division tan numerosa parecía temerario arrojo; su retirada se presentaba tan difícil como su defensa; mas nada arredró á este bizarro gefe en la carrera de la gloria. Aunque el virei le había ordenado se replegase sobre el Cuzco si no podia hacer frente á sus contrarios, tomó sin embargo bajo su responsabilidad sostener el campo hasta el último estremo, para que los designios de los rebeldes no tuviesen. el feliz cumplimiento que se habian propuesto. Como éstos se reconocían mui superiores en fuerza i opinion se llenaron de gozo cuando vieron la ohstinacion de Carratalá en no sustraerse con una pronta retirada á su ac– tiva persecucion. La prudencia aconsejaba que se hubiera adoptado este partido; en el cálculo mas atrevido no cahia la esperanza de la victoria; pero conside-

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