Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
208 MARIANO TORRENTE rumbo los tres únicos bergantines que habian quedado en Ilo despues de la salida de Cochrane á tener una entrevista con San Martin en Lima, movió su campo en la noche del 19 con direccion al citado punto de Arica. Al llegar La Hera á Tacna, se vió precisado á dar un corto descanso á sus tropas, tanto por la necesidad que debían tener de él despues de haber hecho dos marchas sumamente penosas, como por lo conveniente que era tomasen nuevo aliento para cruzar el inmenso arenal que divide este pueblo del de Arica: á esta inevitable demora debió Miller su salva– cion, porque pudo llegar oportunamente al citado puerto, pasar inmedia– tamente á bordo de una goleta angloamericana de 300 toneladas, apode– rarse de ella á disgusto de su capitan, así como de otros tres buques mer· cantes, i verificar en ellos el embarco en todo el día i noche del 21 con tanta felicidad, que al salir de tierra la última lancha parecieron ya los realistas sobre la costa. Puesto en salvo Miller con sus tropas, formó el plan de desembarcar en Quilca i de marchar rápidamente sobre Arequipa, cuya ·guarnición ha· bia sido enviada por el general Ramirez á Arica; pero reinando un viento impetuoso que impedía dar ejecucion á la maniobra sobre el citado puerto de Quilca, i no pudiendo demorarse á bordo de sus buques por que us provisiones i agua escasamente alcanzarian á tres dias, resolvió volver á Pisco. Al anochecer del l <.> de agosto entró en aquella bahía, i ya al día siguiente an tes de rayar el alba se hallaba dueño de la villa por abandono que hicieron de ella 50 realistas de caballería, única fuerza que la guar· necia. Careciendo Miller de trasportes, no pudo emprender su marcha hasta que la fortuna le deparó un a recua de 50 mulas que había salido de la capital en busca de aguardiente. El teniente coronel don Juan Santalla mandaba á aquella sazon el distrito de lea; pero como sus fuerzas eran mui inferiores á las de los patrio– tas, hubo de levantar el campo apenas se apr oximaron estos á dicho punto. Descubriendo el referido Santalla que los enemigos con sus marchas for– zadas le habían cortado la retirada por el camino de Palpa á Arequipa e retiró precipitadamente ácia las montañas; mas como los indios morochu– cos, seducidos de antemano por Miller, se hubier an apoderado en com · pleta sublevacion de las cimas i gargan tas de aquellas sierras, se vió en el apuro de volverse por el camino de la costa, perdiendo alguna gente en Copari á manos de los disidentes. Habiendo salido en persecucion de aquella col umna los capitanes Plaza i Carreño, sorprendieron á la media noche en Cahuachi , distante 3 leguas de Nasca, á los restos del citado San talla, quien pudo salvar e de aquel funesto golpe con unos cuantos de Jos mas diligentes i preve– nidos, quedando los demas muertos, heridos ó prisioneros. Como ya á este tiempo se hubiera divulgado la noticia del movi– miento rlel general Canterac desde su nueva posicion de Jauj a, de que
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