Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

212 MARIANO TORRENTE Por rápida que fuera esta maniobra, se hahia logrado levantar el rastrillo dos minutos antes de la llegada del enemigo: la avanzada del Ovalo que mandaba el teniente de húsares don Pedro Gonzales pudo sal– varse á la carrera i en dispersion arrojándose al foso; la de zapadores se replegó al castillo de San Miguel; la mayor parte de dicha guamicion, que babia salido de sus recintos en busca de agua, leña i forages, se salvó asimismo tirándose tambien al foso. La caballería enemiga sufrió poco quebranto por la velocidad con que supo colocarse bajo los fuegos de los castillos i meterse dentro del pueblo ( 1): una parte de los que lo habitaban se arrojaron al mar para salvarse sobre sus botes; el brigadier don Mariano Ricafort, que había salido á hacer algun ejercicio con el ausilios de sus muletas, fue acuchillado hasta que dándose á conocer á lo rebeldes se contuvo su furor, i fue puesto en ancas para ser conducido al campamento de San Martín. Una bala salida de las filas realistas atra– vesó el pecho del soldado encargado de la persona de Ricafort, quien apro– vechándose de tan favorable incidente se dejó caer en el suelo, de donde fue recogido por el comandante del fuerte de San Miguel, García del Barrio, el cual libertó de su fatal destino con una oportuna salida á este Lenemérito general, asi como á otros varios sugetos que habian sufrido igual desgracia. Esta atrevida tentativa costó á los independientes la pér– dida de mas de 60 muertos i de un número mucho mayor de heridos, sin que Jos realistas esperimentaran otro quebranto sino el de 40 hombres entre muertos, heridos, prisioneros i contusos. En el curso de este sitio se empeñaron varias escaramuzas· mas ninguna tan séria como la del 14: de quinientas cabezas de ganado va– cuno que se hahian encerrado en dicha plaza del Callao habia sido preciso matar en Jos primeros dias las 380 por falta de forrages, i dejar vivas tan so– las 120 para los enfermos del hospital. Faltando la sal para conservar dicha carne se recurrió á ponerla en barriles con aguardiente i agua, creyendo seria este un precioso equivalente para evitar su putrefaccion; pero á lo pocos días se halló en estado inservible, i faltó por lo tanto este intere ante renglon. Doscientos quintales de arroz, que habían sido comprados de un buque de Calcúta, fondeado en aquel puerto, hahian sido colocados dentro de sacos impregnados en salitre, i tomaron asimismo un gusto tan ingrato. que dificil.mente se podia sustentar al soldado con este artículo, que era de los mas importantes. De este modo fueron escaseando los recursos i en igual proporcion se aumentaba el número de los enfermos en el hospital. Para no distraer á las tropas sanas de sus ocupaciones militares se ofrecieron á cuidarlos las señoras emigradas, especialmente la digna esposa del general en gefe del Alto Perú don Juan Ramirez, i doña Isabel Cavero, las que dieron con- (1) Dicho pueblo del Callao se halla fuera de las fortificaciones.

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