Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU 213 tinuas pruebas de beneficencia i de heroísmo, al paso que los paisanos tamhien emigrados se distinguieron por su bizarría, por su lealtad i deci– cion, en particular don Francisco Antonio Solorzano, que habia entregado voluntariamente desde el principio por via de empréstito valor de 8.000 du– ros en víveres, encerrándose ademas con sus esclavos en la plaza para defenderla. El enemigo iba de dia en dia estrechando á estos valientes defen– sores haciendo sus últimas intimaciones, acompañadas de terminantes amenazas; el desaliento babia crecido á causa de los rápidos progresos que habian hecho las enfermedades, i en consideracion á la esca ez de víveres para sostenerse mucho tiempo. Tal era el estado de los negocio cuando se presentó en 10 de setiembre la division del general Canterac. La vista de aquellas bizarras tropas llenó del mas puro gozo á lo sitiados; daban por concluidas sus penalidades i miserias; entonaban ya el himno de la victoria i de la confianza, cuando cayeron de nuevo en un estado de mayor inquietud i alarma. El general Canterac se babia cubierto de gloria en su científica marcha burlando á un enemigo mui superior en fuerzas i en recursos de toda especie: esta babia sido una hazaña militar de imponderable mérito; pero no satisfacía á la guarnicion del Callao. la que no vió acompañada aquella feliz operacion de lo au i– lios de que tanto necesitaba, si bien se consoló con la idea de que mui pronto iba á darse una accion general al enemigo, cuya victoria babia de rescatar la plaza de su estado de penuria i abatimiento. Empero no era este el ánimo del referido Canterac, ni eran de e ta clase las órdenes que babia recibido del virei: sus primeras in true io– nes se dirigían á ausiliar la citada plaza, i en caso de no poderlo eri– ficar, arrasar dichos fuertes i recoger su guarnicion para regre ar on ella á los valle de Jauja; mas como observase la ine itable ruina de una porcion de familias beneméritas, como consecuencia inmediata de la ej - cucion de estos últimos planes fueron abandonados, i en su vez se dedic' el general ausiliador con doble empeño á buscar los medios de que su llegada produjese los felices resultados que se babia propuesto. Mas como hubiera perdido la esperanza de realizar tan benéficas ideas determinó salir de aquellos fuertes en donde su larga permanencia debia contribuir al mas pronto consumo de los pocos víveres que babia en ellos; i cargando sobre sus mismos soldados de 3 á 4.000 fusiles sobrantes, que era de lo qu mas se escaseaba en los valles de Jauja; reforzado asimi mo por alguna tropas de la misma plaza que voluntariamente se ofrecieron á eguir la suerte de los que trataban de dar nuevos dias de gloria á las arma d 1 Rei d sde las posiciones de la sierra, emprendió su movimiento de r tirada n la no he del 12 al 13; pero al llegar al estrecho de Boca negra halló o. truido aquel paso por las lanchas cañoneras de la escuadra enemiga i hubo de regresar á los citados fuertes.
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