Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

214 MARIANO TORRENTE Dedicado segunda vez con infatigable celo i constancia al apronto de víveres, se presentó el español don Fernando del Mazo, que se hallaba embarcado á bordo de la fragata inglesa mercante Lord Lindock, prome– tiendo hacer una contrata con los mismos ingleses para abastecer abun– dantemente aquella plaza sí se proporcionaba 100.000 duros de contado, i hasta 400.000 en las cajas de Arequípa que deberian desembolsarse á medida que se hicieran las entregas. Apenas oyó el general Can– terac tan favorables proposiciones, desplegó la mayor actividad para reunir aquella suma. Sus escitaciones fueron correspondidas con nobleza: todos á porfia hicieron generosos desprendimientos: las mismas tropas, que el dia antes habian recibido una paga, la devolvieron íntegra en ob– sequio de tan interesante servicio; los gefes i oficiales entregaron ademas el poco dinero que habian sacado de sus nuevos cantones; los emigrados en el Callao se picaron de desinterés, i concurrieron con la mas fina vo– luntad á llenar este primer cupo: la ya citada generala Ramirez señaló del modo mas recomendable su amor á la causa del Rei, entregando 1.000 onzas de oro en su propio nombre, i otras 1600 por conducto i á nombre de uno de los españoles refugiados en el Callao. Asegurado dicho Canterac de que aprontado ya el dinero pedido no dejaria de llevarse á efecto el empeño contraido para el acopio de víveres~ determinó hacer una salida de la referida plaza con ánimo de volver á ella á los siete dias, dejando en testimonio de la sinceridad de su promesa los fusiles que antes hahia determinado llevarse, i hasta sus mismos equi– pages. Como el objeto de este movimiento era reservado menos al general Lamar, porque asi convenia en aquellas circunstancias, llegaron á creer los sitiados que se dirigia contra la capital ¡tal era la ansiedad con que todos deseaban ver decidida su suerte en una accion campal! ; pe1·0 dicho gefe realista, que como ya se ha observado, ni tenia las órdenes para em– peñarla, ni su cordura i reflexion le permitian esponerse á tan arriesgado trance, del que, siendo desgracíado, hahria resultado la inevitable pérdida del Perú, hizo en esta ocasion en obsequio del bien general i de sus debere el mas costoso sacrificio, sofocando su mismo fuego guerrero, i conteniendo los inconsiderados arrebatos de sus tropas. El objeto de su salida fue en su vez para proporcionarse vívere á lo menos para su division en tanto que se ajustaba la negociacion con los buques. A las cuatro de la tarde del 16 rompió la marcha para la Legua, adelantando unas partidas de caballería sobrn el camino del tercer óvalo, donde existía el campo enemigo: tomó posicion á la de!'echa el primer batallon del Imperial, quedando sobre el mismo camino los e - cuadrones de granaderos de la guardia mandados por el teniente coronel don Valentin F erraz, í dos piezas á las ó1·denes del coronel Carra tal ' , mientras que el resto de las tropas verificaba el movimiento por la iz– quierda con direccion á San Agustin, pasando el rio Rimac por frente

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx