Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU 215 de la hacienda de Villegas. Siguiendo estas tropas en la misma noche la marcha por Oquendo, quedaron fuera del flanco enemigo, i éste por lo tanto no menos burlado con tan delicada maniobra, que á la ida para el Callao. Habiendo salido el espresado Mazo con 80.000 duros para firmar la enunciada contrata, no halló en la línea de mar la persona encargada de la negociacion, i regresó por lo tanto con aquella suma á la plaza. Fuese porque I .amar hubiera ya principiado á entrar en las miras de los inde· pendientes, ó porque creyese irrealizable dicha contrata é impracticable el regreso del general Canterac, mandó devolver una parte de aquel dinero á los contribuyentes i repartir la restante á sus tropas, en vez de repetir con nuevo ardor sus gestiones con los citados buques, como lo aconsejaba el interés de salvar aquela plaza. Regido por los mismos principios se pres– tó á oír sin desagrado la sesta intimacion que le envió San Martín, ofre– ciéndole pactos ventajosos en premio de su pronta rendicion. Nombrado con plenos poderes para estender la capitulacion el brigadier don Manuel Arredondo, el capitan de navío don José Ignacio Colmenares, i el capitan de infantería don Ramon Martinez de Campos en la clase de secretario la firmaron en Lima á las ocho i media de la noche del 19 de setiembre con todos los honores militares i con cuantas ventajas podía prometerse una plaza que había perdido las esperanzas de ser socorrida. Si bien se rindió Lamar antes del término que le babia fijado el general Canterac, i que bajo este aspecto aparece altamente reprensible la conducta de aquel gobernador, la que habría admitido mas disimulo si poco tiempo despues no hubiera tomado partido en las tropas rebeldes parece sin embargo que no llegó á firmar e dicha entrega ha ta que se upo la horrorosa desercion de mas de 800 hombres que sufrió la divi– sion de Canterac i entre ellos 32 oficiales, algunos de los cuales fueron vistos en la capital por los mismos negociadores realistas, si bien mucho ant hahian principiado sus tratados. Este funesto desenlace estuvo mui distante de lo cálculo <lel g<'– neral de la division au iliadora: era tal la confianza que tenia en la con· servacion de aquella plaza que en el mismo día 16 en que verificó u salida, dejó en ella segun se ha dicho, hasta sus equipage i lo de u tropas. ¡Cuál seria, pues su orpresa al recibir por premio de su int li· gencia i acierto en cruzar por las líneas enemigas, i de us grand pa– decimientos en el paso de los Andes la pérdida de dichos fuerte . la desercion de una parte de sus tropas i la necesidad de emprender u r - tirada sobre la otra parte de dicha cordillera! Los enemigos hahian dirigido ya desde el día 18 un gru so con idera– ble d jnfantería i caballería á las alturas de San Lorenzo· p ro 1 coronel Carratalá los desalojó de aquella posicion i el teniente coron l ar ín Camba los acuchilló con sus dragones del Perú poniéndolos en desordenada
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