Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
216 MARIANO TORRENTE fuga. Siguiendo Canterac su retirada para la Sierra campó el 20 en Poro– chuco, en cuyas inmediaciones dió el coronel Valdés nuevos rasgos de su bizarría batiendo una fuerte columna de infantería i caballería que habia llegado á atacar la retaguardia española. Las tropas reales descansaron en Huamantanga en los días 22 i 23: á las once de este último se pre– .:entó sobre su frente otra columna de infantería enemiga á la que dieron un ataque tan impetuoso los coroneles Valdés i Carratalá con el primer regimiento mandado por teniente coronel don Francisco N arvaez i algu– nas compañías del Imperial, que no pudo el enemigo resistirlo, i cedió el campo á aquellos valientes españoles. Al mismo tiempo maniobraba el general en gefe con el resto del Im– perial con un escuadron de dragones de la Union sobre el citada punto de Porochuco por el camino real, cuyas ·alturas babia ocupado la columna del comandante insurjente Miller, reforzado con las tropas batidas de– lante de Huamantanga. La posicion enemiga era mui respetable; mas de nin-gun modo capaz de arredrar ·á las decididas tropas realistas que la atacaron con empeño, i la tomaron á la bayoneta, habiéndose aparecido el incansable Valdés á la cabeza de la caballería á aumentar el destrozo de los rebeldes, de los que quedó cubierto al campo, asi como de pri– sioneros, fusiles, cajas de guerra, i otros pertrechos ( 1). Con esta bri– Jlante accion quedó de tal modo escarmentado el enemigo, que ya no se atrevió á disputar el terreno; i por lo tanto emprendieron las tropas del Rei tranquilamente su tercer paso de los nevados Andes sin tiendas, sin botiquines i sin ninguna clase de ausilio, en cuyo estado llegaron á acan– tonarse en el valle Jauja el dia !<? de octubre. Este fue el término de la arriesgada espedición del general Canterac, la que debió aumentar el lustre de su nombre aunque sus resultados no hubieran correspondido á las grandiosas miras con que se habia proyec– tado. Los bien combinados i felices movimientos que efectuó al frente de un ejército tan superior en todo sentido, menos en valor é instruccion son el mejor testimonio de su génio guerrero, i merecerán siempre un lugar distinguido entre los hechos ilustres. La mayor parte de los gefe oficiales i soldados que llevaba á sus órdenes desplegaron en este teatro la mas brillante disciplina, impavidéz, constancia i sufrimiento. El mi - mo Stevenson, aunque perteneciente al partido contxario, no pudo meno de tributar los debidos elogios al referido Canterac i á us gefe princi- (1) Entre los pri ioneros se hallaron dos oficiales i cinco soldados, que pocos dias antes habian abandonado las banderas del Rei. El ejemplar i pronto castigo de muerte que se hizo sobre ellos cortó totalmente la desercion, i acreditó el acierto de los gefes Valdés i Loriga que influyeron en el consejo de guerra, celebrado con este objeto, para que no se dieran con una mal entendida condescendencia señales de temor, ó flaqueza, que tan fatales podian ser á la causa que defendian.
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