Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
218 MARIANO TORRENTE de sus intenciones; se declaró protector del Perú i nombró pür m1mstros de estado á don Juan García del Rio, don Bernardo Monteagudo i don Hipólito Unanue. Habiendo pasado al dia siguiente el almirante Cochrane a pedir al nuevo protector las pagas atrasadas de todos los marineros es– trangeros, segun babia sido estipulado antes de salir la escuadra de Chile fue recibida aquella solicitud de un modo tan brusco por San Martín , que irritado al mas alto grado el noble marino, tomó inmediatamente un caballo, i pasó á Bocanegra á embarcarse á bordo de su fragata con ánimo resuelto de vengar aquel insulto. Conociendo San Martín que su imprudencia podría serle sumamente fatal, i que si Lord Cochrane se ausentaba con sus buques no podría realizarse la rendicion de los fuertes del Callao, cuya toma formaba .todo el objeto de sus ansias, se apresuró á justificarse i á desarmar la cólera del citado Cochrane por medio de dulces espresiones i lisongeras prome– sas. En el entretanto se iban arreglando todos los ramos de la administra– cion: se instaló á principios de agosto un alta cámara de justicia de la que fue nombrado presidente don José de la Riva Agüero ese genio astuto i sedicioso que tantos servicios había prestado á la independencia, i que llegó á ocupar sucesivamente el primer puesto de la república peruana. Para dar los nuevos gobernantes una idea positiva de sus filantrópico stntimientos, decretaron p01· libres á todos los hijos que naciesen de padre esclavos desde el dia 28 del mismo agosto. Esta medida, llena al parecer de humanidad i grandeza de alma, fue contrapesada por la violenta es– pulsion del reverendo arzobispo de Lima i del obispo de Huamanga cuya apostólica presencia era un insoportable obstáculo para sus profanacione . Aunque la marina estaba mui descontenta al ver retrasado con e - peciosos pretestos el pago de sus haberes, se pre tó sin embargo con la mas fina voluntad á concurrir decididamente (precedida por u noble comandante) á la accion general que se creia inevitable contra la di i– sion del general Canterac que pasó á principios de setiembre al socorro de los fuertes del Callao; pero la indecision, ó mas bien el temor de San Martín, dejó inutilizados los impulsos de mas de 10.000 hombres, con que podia contar inclusive las guerrillas i cuerpos francos i que hahrian sido capaces de pulverizar la corta fuerza española que no llegaba á 3.000 soldados de todas armas, si aquellos hubieran igualado á estos en firmeza instruccion, disciplina i valentía. Quedó pues ,el titulado protector dentro de sus posicione dejando el campo libre á las esforzadas tropas realistas, segun he ido apuntando anteriormente; i como la aprehension de dicho gefe crecía en razon directa de la osadía de los leales espedicionarío , se dedicó á enviar al Ancón los tesoros del gobierno i aun de muchos particulares para ser embar– cados á bordo de los buques mercantes que se hallaban allí surtos, á qui -
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