Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
4 MARIANO TORRENTE Siempre con el nombre de Femando VII en la boca, i publicando al mismo tiempo mil especies injuriosas sobre la supuesta traicion de las au· toridades para entregar aquellos dominios á la corte del Brasil, fueron alar– mando los demas paises confinantes, i haciendo los posibles esfuerzos por comunicar su injusta desconfianza i la semilla de la insurrección á los sencillos indios, que formaban la masa principal de la poblacion. Alarmado el virei de Lima, i temeroso de que los ausilios de Buenos– Aires no pudiesen lleo-ar oportunamente á apagar el horroroso fuego que amenazaba comunicar su llama á las demas pTovincias de a el v·r einato envió al coronel don Juan Ramirez á a provincia de Puno µara que orga– niza5~ en ella un cuerpo de tro as, i nombró al brifJ;adjer Goveneche pre– ~idente interlno del Cuzco, i general en ~efe del ejército, del que dicho Ramirez debia ser su segundo, oficiando al mismo tiemµo á das las a to– ridades realistas µara que coopera en -por todos los medios posibles al fe iz resultado de las operaciones cometidas á estos dignos gefes. La Audiencia de Charcas seguia en el entretanto a arentando una fingida armonía con los comandantes realistas de os demas puntos; pero secretamente ostruia todos los medios que se dirigian á la reconciliacion. lejos de prestarse á sofocar el Íuego de la rebeldía . Penetrado el virei de Buenos-Aires del mal espíritu de 1as autorida– des de aque la ciudad, nombró u n ge e µ ara que se enca1·g:ue e su presiden– cia, confiándole una fuerza competente, é instrucciones para que obrase de acuerdo con el gobernador de Potosí, i con el comandante general que babia salido de Lima. Desconcertados los revolucionarios de la Paz al ve-:– ya situadas las tropas del btl adier Goveneche en la rovincia de Puno i márgenes del rio del Desag .. adero, que dividia los dos vireinatos~ hallán– dose sin recursos µara resistir la seria lucha crue se di ponia contra ellos. sin gefes. sin union, sin direccion, i sin mas fondos que los ti-istes despo– jos de su düapidacion, trataron de desistir de sus absurdos planes; pero aun en esta forzada humillacion se halaron mil inconvenientes, inventados por el despechado compromi o de los principales autores, que temian no le alcanzase la clemencia del l!Obierno del Rei. Aunque dicha junta habia prometido en particular i con reserva re– conocer francamente la dependencia de los vireyes de Buenos-Aires i d Lima, el de este último punto, que temia con sobrado fundamento que aquel acto de sumision fuera efecto del temor i no de la voluntad dió algunas treguas para que conociendo los revoltosos el volean sobre que ca– minaban, se apresurasen por sí solos á destruir el germen de la discor– dia, i á hacerse dignos de la gracia del gobierno legítimo. No fueron vanos estos cálculos: algunos de los revolucionarios, el cabildo i aun el mismo Murillo, gefe principal de las armas se dirigieron de nuevo al virei de Buenos-Aires i al gobernado1· de Potosí, manifestando las buenas dis– posiciones de que se veían animados.
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