Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

236 MARIANO TORRENTE ron nombrados por el congreso para formar el poder ejecutivo, que se llamó junta gubernativa, el general Lamar, don Felipe Antonio Alvarado i el conde de Vista Florida. A pesar de la victoria importante conseguida por los realistas en los campos de lea, eran todavia mui graves sus cuidados, i se requeria un grado no pequeño de heroismo para sostener aquella porfiada lucha. La pérdida de las fragatas Prueba i Venganza, i de la corbeta Alejandra de que ya se ha hecho mencion, los hahia afligido sobre manera; mas ningun contraste les fue tan sensible como la derrota de las tropas de Quito en la batalla de Pichincha, dada en 24 de mayo, á consecuencia de Ja cual hahian quedado abiertas las puertas del Perú á los colombianos i se te– mia que todos los esfuerzos de los que defendian en aquel rP.ino 13 causa de la metrópoli no fueran suficientes para rechazar los ataques combinados con aquellas tropas, con las de Chile i con las de Buenos-Aires, pues que de todas partes hahian concurrido á destruir á los que consi<lerahan como enemigos comunes. Así lo manifestaba el virei Laserna en sus despacho al gobierno de la península que fueron interceptados sucesivamente por el coronel Millel' durante su espedicion sobre Quilca. No es, pues, estraño que manifestemos un ardiente entui:iasmo por unos gefes i tropas, que abandonados á sí mismos i sin mas elementos que su indomable valor, se burlaron de tantos i tan poderosos enemigos hasta fines de 1824, dando repetidas pruebas de su esforzado espíritu i de su amor á la monarquía española. Si este ejército se hizo recomendable por su lealtad i firmeza, no lo fue menos por sus desprendimientos generosos, por la alegi-ia i confor– midad con que sufrieron las mas duras privaciones, i por las virtudes po– co comunes que desplegaron en aquel teatro. Ya á poco tiempo de haber tomado Lasema las riendas del vireinato habia hecho cesion de la mitad de su sueldo: este generoso ejemplo fue imitado por los gefes que se ha– llaban en Lima, i sucesivamente se hizo estensivo á todos los individuo del ejército en proporcion de sus haberes; i creciendo de dia en día las angustias del erario se redujo dicho virei á la percepción de solos 12.000 duros anuales hasta la cesacion de su mando. Esta medida económica no menos honrosa para los que la propusieron, que para los que gusto amente se sometieron á ella, fue la principal áncora de la conservacion del Perú bajo la obediencia del Soberano español. Cesaron de este modo lo gran– des apuros numerarios que ya habian principiado á sentirse fuertemente E:-n tiempo del virei Pezuela, i que fueron todavia mayores en 1822 en que se habían ostruido las fuentes principales de la riqueza, i los ramos maÍ5 productivos. Fue preciso por lo tanto redoblar el mas vivo celo para sacar algun partido de los veneros metálicos que se halJahan bajo el influjo de lo realistas. La casa de moneda de Potosí habia quedado mui deteriorada á

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