Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
238 MARIANO TORRENTE de que los estrangeros habían disfrutado siempre en los diferentes estados e.Je la América del Sur: el gobierno republicano insistió en hacer efecti– vos sus contingentes; aquellos reclamaron la proteccion del capitan de la fragata de guerra la Aurora, á cuya armada mediacion se debió que los insu:rjentes desistieran de su pretensiones. Entonces les fue ofrecido por los súbditos de esta nacion un emprésito sin interés con plazos determina– dos pa:ra su reembolso. Habilitada por este medio la referida junta para dar impulso al movimiento de las tropas, se emha:rcaron éstas con efecto en número de 5 á 6.000 hombres, á que ascendia la fuerza del primer hataUon de la legion peruana (1), de los números 4, 5 i 8 i artiUería de Chile, del número 11 de Buenos-Aires, del regimiento titulado del rio de la Plata i del de granaderos á caballo, cuyos cuerpos se hicieron á la vela en los dias 1O 15 i 17 del mes de oct1,lbre. Para que Alvarado estuviera mas espedito en sus ope-raciones sobre la costa, sin que las tropas de Canterac situadas en los valles de Jauja pudieran moverse contra él, se había determinado que una gran parte de los 4.000 hombres, inclusos 1200 colombianos que poco tiempo antes habían llegado de refuerzo, para guarnecer á Lima á las órdenes a el general Arenales, avanzase sobre dicho punto de Jauja i mantu· viera en perpetua alarma aquellas tropas. Todo, pues, hacia ver la impor– tancia del enemigo que los realistas iban á combatir, i la necesidad de hacer los mas denodados esfuerzos i costosos sacrüicios pa:ra salir triun– fantes de aquella campaña. Valdés, que se hallaba ocupado en el arreglo i organizacion de la provincia de la Paz, recibió las órdenes mas premurosas para volver á Arequipa, cuya costa era la designada pa:ra el desembarco de Al a:rado. El general Ramirez, cuya salud se hallaba sumamente estenuada á causa de las duras fatigas é inmensos padecimientos durante trece años de una lucha porfiada i sangrienta, en la que repetidas vece habia ceñido su frente de los mas ilustres laureles tenia pedido su pasaporte (1) Dicha legion se habia principiado á crear poco tiempo despues de la reti: rada del General Canterac de los fuert s del Callao en el año anterior, i cons– taba de un r gimí nto de húsar s hasta el completo de 800 plazas, mandado por el aventurero francés Bran den, de un regimiento de infanteria que ascendía á 1200 hombres á la órd nes d l inglés Miller, i de una compañía de artillería á caballo con 5 piezas d á 4, un obu i 120 hombr , dirigidas por el capitan Arenales. Aunque e dió el mando gen ral de este cuerpo al marques de Torre Tagle, los dos aventureros itados sin embargo fueron lo principales encargados de su organizacion i disciplina; pero todo el mérito contraido por aquellos turbu– lentos génios i la petulante confianza con que d safiaban el poder de los pa– ñoles, teniendo por invencible aquella nueva falange, se estrelló á lo pocos me es en los pechos de los realistas guiados á la victoria por los generales Canterac i Valdés.
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