Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

6 MARIANO TORRENTE guardia, i en seguida el general Goyeneche despues de haber dejado en el alto una parte de su ejército a las órdenes de su segundo, el coronel Ra– mirez. Mui pronto volvió á poblarse la ciudad: cundiendo por su campa– ña la fausta noticia de su ocupacion por las tropas del Rei, se restituye– ron á sus hogares las muchas familias que hahian debido sustraerse con la fuga á los escesos de la indómita plebe. Mientras que el digno general se ocupaba en arreglar la administra– cion pública, salieron dos espediciones para los pueblos de Coroico é Iru– pana, donde se hahia reunido la mayor parte de los facciosos. Don Domin– go Tristan, que las mandaba, los derrotó completamente, i apresó casi to– dos los caudillos; i dos de los pocos que pudieron fugarse, fueron asesina– dos por sus mismos cómplices en la montaña que divide la provincia de la Paz de los indios errantes. Habiéndose dirigido el general Goyeneche al virei de Buenos-Aires en solicitud de un togado que sustanciase la causa de los reos d1-! aquella revolucion, recibió en su vez la facultad de juzgarlos militarmente con su auditor de guerra, haciendo algunos ejemplares castigos para escarmiento público. Valiéndose Goyeneche de estas facultades, impuso la pena capital á nueve de los principales delincuentes, la de destierro, confinacion, i mul– tas pecuniarias á otros, i publicó en seguida un indulto general. Los de Charcas, que se habían resistido á dar curso á una procla– ma, que desde Tupiza les hahia anticipado el nuevo presidente Nieto, i que hahian presentado dificultades para recibirle sin que precediese una cordial transacion que dejase cubiertos bajo un velo impenetrable sus pri– meros desaciertos; aterrados con el éxito desastroso de los revolucionarios de la Paz, se apresuraron á poner en libertad al general Pizarro, i á nom– brar una di1JUtacion que presentase su rendido homenaje al nuevo gefe. Verificó este su entrada en la Plata el 24 de diciembre; i dando prin– cipio á sus indagaciones contra los perturbadores del órden, se hicieron va– rias prisiones, fueron confinados á diferentes puntos los ministros de la Audiencia, á escepcion del conde de San Javier i del oidor Cam.poblanco, i remitidos á Lima el asesor Romano, el comandante de armas Arenales, con algunos otros individuos. Con estas suaves medidas, i con mui poca efusion de sangre, fue enfrenada la osadía de los primeros sediciosos de la América Meridional; Nieto quedó mandando la provincia; el coronel don Juan Ramirez pasó al gobierno de la Paz, i el general Goyeneche á su presidencia del Cuzco. Asi terminó la primera revolucion del Alto Perú en el año 1809.

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