Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

244 MARIANO TORRENTE de la accion, ni la muerte de los dos caballos que montó durante ella le retragesen de ser el primero en el peligro. Todos los demas gefes, oficiale i soldados se picaron de emulacion é hicieron prodigios de valor; hasta el capellan mayor P. Alvino Odena participó de las glorias de esta bata· lla, siéndole muerto el caballo que montaba en el acto de prestar su servicios espirituales i aun corporales á los hei·idos; el teniente coronel don Feliciano Azin i Gamarra, comandante de los cazadores montados recibio una cruel herida que robó al dia siguiente al ejército este bizarro i bene– mérito oficial. El enemigo, aunque mui superior en número se retiró ácia Moquehua dejando el campo cubierto de muertos, heridos i despojos de toda especie. Este fue el resultado de la batalla de Torata que puso mas de 1.000 insurjentes fuera de combate. Habiendo las tropas que conducía Canterac caminado á marcha sumamente forzadas, llegaron el 20 á reunirse con los vencedores de Torata. Al día siguiente se pusieron todos en movimiento llevando Valdés la vanguardia con los batallones de Gerona i Centro i tercer escuadron de dragones de la Union; el l? i 3? de granaderos de la Guardia, con los ca– zadores montados i dragones de Arequipa, seguían á las órdenes del coronel Bedoya; i formaban la retaguardia los batallones de Cantabria i Burgos, mandados por el brigadier don Juan Antonio Monet. Al llegar á legua i media de distancia de Moquehua se adelantaron Canterac i Valdés á reconocer la posicion del enemigo: era esta estraor– dinariamente fuerte; su derecha e estcndia en direccion de unas alturas escarpadas; su centro estaba cubierto por un profundo barranco, cuya an– chura i bordes lo hacian casi inaccesible; i su izquierda se apoyaba á otras alturas que á modo de anfiteatro cubrían el pueblo de Moquehua, i que habían guarnecido con artillería. A pesar del aspecto ínespugnable que presentaba esta posicion, dispuso el general en gefe que Valdés, favore· cido por una colina que ocultaba su movimiento se dirigiera sobre las .alturas que cubrían la derecha enemiga, mientras que la caballería en dos columnas paralelas, i en otras dos los batallones de Cantabria i Burgos marchaban sobre su frente. En tanto que los independientes dedicaban toda su atencion á las tropas que tenían á la vista llegó Valdés á cruzar el barranco i á apoderar e de las alturas indicadas, habiendo sido arrollados por el cuerpo de Es· partero (cuyo gefe á pesar de sus heridas quiso tener parte en esta re– friega) una compañía de cazadores i un hatallon que intentaron oponerse á aquel movimiento. Luego que Valdés hubo formado impávidamente su di– vision sobre la derecha del enemigo, en cuya operacion le fue muerto el ter– cer caballo, mandó Canterac á las compañías de cazadores de Cantabria i Burgos que cruzasen en guerrillas el citado barranco, i ataca en al ene– migo por su frente; dispuso asimismo que el primer escuadron de la Guardia al mando del bizarro comandant don Manuel Fernandez lo ve-

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