Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
250 MARIANO TORRENTE retirada hahian principiado las desavenencias de Riva-Agüero con el con– greso, en las que había tomado parte el general colombiano Sucre con menoscabo del primero: una parte de dicho congreso se habia encerrado en el Callao; el presidente de él se hahia quedado con otra en Lima· i los demas se habían encaminado por tierra ácia la costa del Norte. Apenas se formó la reunion de los diputados refugiados en el Callao, se descubrió el empeño de destituir al citado Riva-Agüero, con el apoyo acti o del mismo Sucre, quien para llegar á sus fines dió las mas fuertes quejas contra él, atribuyéndole defectos que eran propios de las apuradas circunstancias del momento. De aquí resultó que esta fracción del poder legislativo invistiese con el mando supremo del Perú al referido general Sucre, el cual deseando obrar con mas libertad en su alto pue to sacudió la dependencia de unos i otros, é hizo que todos ellos pasasen á Trujillo á arreglar en aquel punto sus diferencias. El ejército real se babia situado en la hacienda de Concha distante una legua del Callao; pero bien informado Canterac de los movimientos de los enemigos sobre las provincias del Sw·, dispuso que salieran sin pérdida de tiempo para el interior tres batallones, dos escuadrones i dos piezas con el general Valdés, quedando todavía con fuerzas suficientes para guarnecer la capital i amenazar los fuertes del Callao, á los que re· conoció prolijamente en 26 del mismo mes. haciendo nuestros cuerpos ostentacíon i alarde de su valor. El nuevo gefe militar supremo se figuró que el modo mas seguro de alejar de aquella parte las tropas realistas seria el de embarcar algu– nas de las suyas para reforzar las del Sur, i asi lo verificó enviando 2500 hombres, i saliendo sucesivamente él mismo con otros 500 en direccion de Quilca, tocando antes en Chala. No se equivocó el general colombiano en su concepto, pues que las noticias de esta nueva espedicion la falta de provisiones i la internacion de Santa Cruz á las provincias de la Sierra obligaron al general Canterac á retirarse sobre sus antiguas posiciones le· vantando el bloqueo del Callao al amanecer del 16 de julio despues de es· traer de Lima las máquinas de la casa de moneda i de ofrecer convoi i raciones á las familias que quisieran trasladar e á los pueblos tran– quilos del Perú. Mas de 5.000 personas de todos sexos i edades abandonaron la capital en medio de las mayores necesidades i privaciones prefiriendo Ja muerte entre los realistas á la vida entre los disidentes. Mucho mayor habría sido el número de los emigrados si se les hubiera podido propor– cionar los hagages necesarios. El general Canterac se dirigió á Huancavelica enviando obre Córdoba al general Monet con una divi ion, i al general Loriga con otra al valle de Jauja. Estas tres columnas siguieron tranquilamente u marcha sin que hubieran recibido el menor quebranto. Cuatro dias antes de la
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