Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU 9 de sus gracias i distinciones. Este noble proceder habria derramado abun– dantes frutos en la i·epública ideal de Platon; pero en paises viciados en que se desatendia el pundonor i la delicadeza, sino estaba en armonía con sus aspiraciones ambiciosas, no podia menos de producir el fatal resultado de que la autoridad fuese desairada, i de que á su abrigo se madurasen los pla– nes de suhversion. Mientras que la guamicion de Tupiza se preparaba á recibir las pri– meras falanjes enemigas, se observaba en su retaguardia un activo movi– miento. El teniente coronel Basagoitia habia pasado á Potosí con 500 hom– bres de las milicias de Puno i Arequipa; don Juan Ramirez había dejado el mando de La Paz al col'Onel don Domingo Tristán, i se ocupaba en or– ganizar en sus cercanías 2.000 milicianos. El presidente del Cuzco, Goyene– che, trabajaba sin cesar por amaestrar nuevos soldados en el arte de la gue– na, á fin de protejer i apoyar las operaciones de los cuerpos de anguar– dia, i mantener los pueblos en la obediencia i respeto. Los buenos realistas se entregaban á las mas lisongeras esperanzas, cuando un terrible golpe, la insuneccion de Cochahamha, hizo al'iar totalmente la escena política. Aquella provincia, situada entre las de Charcas, Potosí i La Paz, era la mas fuerte, la mas feraz, la mas poblada, i cuyo influjo finalmente liabia de ser decisivo para el partido que abrazase. Ya desde el año an· terior habia estado fluctuando entre sus juramentos al legítimo Trono es– pañol i entre las doctl"inas suhversi as de los disidentes: vencieron sin em– bargo los emisarios de dicha junta de Buenos-Aires, i por su intriga esta– lló la r evolucion á mediados de setiembre con el apoyo de la mi ma guar- . ion que era del país. Sus primeros ensayo fueron la deposicion del go– b rnador, su adhesion á los principios de la república argentina, su sumí– s.ion al general Ocampo~ la circul cion por todas las demas provincias de sus papeles incendiarios, u escitacion á seguir el mismo ejemplo, i us disposiciones guerreras para llamar la atencion del ejército realista. No podían lo cochahamhino haber elegido una ocasiou mas propi– cia pa:ra sus inicuo designios. Aquel atentado n·astornó todo el plan de los gefes realistas; fue preciso p dir á Lima nue os refuerzo i consejo ; e paralizaron los mo imientos militares, e o tru ó una parte de los bien combinados planes contra el enemigo, i ste inesperado golpe aumentó el compro · o d 1 gobierno, é hizo mui crítica la po icion de los comandan– tes que se hallaban organizando nueva tropas en aquellos partido . a di ision de Ocampo por un lado i lo cochabambino por otro amenazab n dar un golpe decisi o á 1 armas del Reí: a to último e b abian situado en la illa de Üml'O que halla en 1 c ntro d la cua– tro provincia ; habían ocupado lo fondos i pasta de aquellas cajas i cor– tado con otosí i la Plata la corr pond ncia qu al mimo tiemp mante- nía mui activa con los disid nL d La az por lo d 1 partido d Sicasica.

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