Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU 289 de dicho Valdés para enfrenar la osadía i asegurar la obediencia de aque– llas tropas al gefe legítimo. El desenlace que tuvo esta furiosa lucha nos confirma en nuestra opinion de que no debió jamas emprenderse. Se dirá que Olañeta fue un insubordinado, un rebelde; se dhá que el mismo decoro del gobierno exi– gía que no fuera hollada su autoridad; se dirá que no convenia separar al llamado ejército del Sur, dejando en poder de un partido contrario las ricas provincias del alto Perú, de las que se estraian los principales re– cursos para sostener la guerra; se dirá tambien que creyéndose de facil ejecucion el proyecto de destruir la influencia de Olañeta convenía quitar este tropiezo antes de emprender operaciones en grande contra el enemigo comun; se dirá que no habiendo surtido efecto alguno los exhortos i cuan– tos medios de conciliacion se adoptaron para evitar este rompimiento se vió ya justüicado por las mismas circunstancias; i se dirá por último que era sumamente arriesgado reconcentrar todas las fuerzas sobre el N. del Perú, porque de dejar abandonadas las costas de Arequipa, podian tocarse los mismos inconvenientes que por un movimiento igual sobre la capital en el año anterior, pusieron aquellos paises al borde del precipicio. Sin embargo de estas objeciones, i aun reconocida la insubordinacion de dicho Olañeta con todo el carácter de reprensible, debieron en nuestro concepto las tropas del virei Laserna, mas bien que entretenerse en esta funesta pugna, haberse dirigido á reforzar el ejército de Canterac para que este hubiera podido avanzar por el Norte sobre el de Bolívar antes que hubiera concluido su organizacion i aumento. Si asi lo hubieran practicado habrían agregado sus gefes nuevos títulos á su gloria. El desagravio de sus insultos podrian haberlo recibido con mas seguridad i conveniencia despues que hubieran arrojado del Perú á los colombianos. La razon alegada por aquellos de que dicha provincias del alto Perú debian estar sujetas al virei, porque sin sus ausilios no podia sostener su ejército, pierde en gran modo su fuerza si se considera que quedaron las mismas en el libre poder de su competidor, cuando las empleadas en su persecucion habian sufrido los mas t rrihles quebranto en medio de sus pomposos triunfos. Si calificamos, pues, de criminal la conducta de Olañeta no pode– mos tampoco abonar la de las tropas del referido virei La Serna: aquel obró ilegal é injustamente; éstas con derecho i razon p ro con po a política. No cesaremos por lo tanto de lamentarno de se píritu d discordia n– tre los gefes realistas que tantos estragos ha hecho n sus fila · lo enemi– gos han ganado mas terr no con su seduccion ' intriga que on el fuer zo de su brazo. Daremos mayor s aclaracion s sobr lo fundado de t a r– tos por lú que r specta al g neral Olañ ta uando háyamos d rito lo important ~ sucesos del ejército de Bolívar. Como las tropa r alistas d l ort no s mo anton

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