Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

290 MARIANO TORRENTE de Jau ja pudo dicho Bolivar organizar su ejército, completándolo hasta el número de 11000 hombres, entre ellos 6000 colombianos, i darle una asom– brosa movilidad. Los montoneros ó guerrillas de la laguna de Lauricocha ó de Reyes, cuyos habitantes han sido de los mas obstinados i animosos con– tra los realistas, llamaban la atencion de estos por varias partes formando una especie de cuerpo de vanguardia, desde que el inglés Miller pa ó del cuartel general á ponerse á su cabeza. Reconcentrado el espresado ejército de Bolivar en el valle de Hua- 1·á , emprendió su marcha sobre Paseo en el mes de julio; los generales Lara i Córdova mandaban la primera i segunda division de infantería· La Mar la tercera; la caballería del Perú fue puesta á las órdenes de Miller la de Colombia á las del coronel Carbajal, los granaderos de á caballo de Buenos· Aires eran dirigidos por su coronel Ruiz, el general Necochea fue designa– do por gefe principal de dicha arma. El general Sucre era el gefe de Esta– do mayor de todo el ejército; el doctor Sanchez Carrion iba a lado del dic– tador como ministro general para los negocios del Perú. Inconcebible pare– ce como en tan poco tiempo hubieran logrado los insurjentes poner en campaña una fuerza tan numerosa i hajo un pie tan respetable de arreglo i buena direccion. Abundaban las provisiones de guerra i boca, el arma– mento vestuario, medios de trasporte i cuantos elementos guerrero se ne– cesitan para abrir una importante campaña. El ejército del general Canterac, aunque compuesto á principios de e te año de 9000 hombres, no tenia á esta sazon sino 6500 para lle ar al frente de Bolivar; la guarnicion del Callao le babia distraido 1500, lo 1000 restantes estaban dados de baja por enfermedades i otros objetos. Sin embargo pues de la inferioridad de su número, trató Canterac de ostruir la marcha del enemigo i aun de arriesgar alguna batalla si podia contar con todas las probabilidades de la victoria. Las tropas de Bolívar cruzaron los horribles desfiladeros de la cor– dilleras de los Andes con tanta constancia i sufrimiento que sería un acto de injusticia negarles el gran mérito contraído en esta campaña; pero la gloria que refluye sobre ellas en haber ejecutado con tanta feli idad e ta penosísima marcha habría podido ser disputada por los reali ta i u i– tuacion les hubiera permitido salirles al encuentro con antelacion, ó ma bien si hubieran tenido tanta confianza i ventaja en el a1·ma de infan– tería como pretendian tenerla en la de cabaJlería por cuya razon bu ca– han mas bjen terrenos llanos para hacer un bizarro despli gue de ella. Al llegar Bolivar al llano que se encuentra entre Rancas i Pa co dió una enérgica proclama á su ejército para animarle á combatir contra las brillant tropas del citado Canterac, cuyos puestos avanzados se hallaban en Casas distante tres leguas de Reyes. No dejó de influir en el mayor aliento de los independientes el recuerdo de haber obtenido cuatro año ante en aque] mismo sitio una importante victoria sobre el brigadier O Reilli.

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