Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

306 MARIANO TORRENTE mas e peranza se h abían concebido de que este digno gefe pudi e triunfar de todo lo esfuerzos de los r epublicano . ¿Cómo es pues que la opinion se ha pronunciado de un modo tan io– lento cuando lo que se ha visto en la batalla de Ayacucho e una repeti– cion de lo que e ha practicado anteriormente en otros punto con mui poca diferencia en la cau sa i en los efec tos ? El terrible cargo que pe a obre to– do e ritor le obliga á er justo é imparcial. Nuestra pluma no igue el im– pu o de partido que n o conocemos, ni rinde vasallage al temor que está bien distante de nuestro ánimo, ni es tributaria al favor, al parentesco á la ami tad ni á otra clase de relaciones que ligan á veces la voluntad del hom br e m as recto i ju tificado, pues que ni las h emos tenido ni la tenemo ~ i– no de mer a cor tesanía con los sugetos interesados en estos suceso . uestra opinion e , pues, hij a de nuestro convencimiento, formada por el profundo e tudio que h emos h echo de esta materias, i sostenida por lo dictado del honor i de la virtud. T al vez esta parte de nue tra historia hallaría mas panegiristas estuvier a acompañada d e severas acriminaciones. Vemos por desgracia oimos á cada momento los temerarios juicios que se están haciendo &obre e ta fatal terminacion de la guerra del Perú. Quién la atribuye á una vergonzo a tr aicion quién á r efinada malicia, quién á la cobru.·día i quién al torpe manejo i aturdimiento de sus gefes; nosotros consideramo las cosas bajo otro punto de vista· conocemo que ha habido defecto , ma no d la cla e que se indican ; conocemos que ha sido muí sensible dicho de- enlace por la misma razon que estaba el público bien distante de esperarlo; {!Onocemos qu u na completa derrota arroja siempre alguna mengua obr los encidos· pero no creemos de modo alguno que esta terrible de gracia pu da convertir en criminales á unos hombres que tanto acrificio han hecho por la monarquía e pañola, i que tanta tan repetida ece han cubierto sus sienes de gloriosos laureles. El Dio de los ejército dispensa ó retira u patrocinio egun aco· moda á su altos juicios: los infinitos sucesos de la historia agrada i pr · fana nos recuerdan la facilidad con que el Autor supremo de hace lo planes inventados por la oberbia, vali'ndo e á ece de med ·o al par r muí m zquinos, con l designio de dar una m u tr a m a po iti a de u omnipotencia. La batalla de Ayacucho se perdió contxa la peranza aun d lo v ncedores i contra la cr encía general de los pu eblo de Améri a i d uropa. Sus causas naturales, prescindiendo de la esci ion de Olañ ta qu fue principal orígen, é ind pendientemente de la accion de Junin, in cuya de gracia habría sido mui diferente la u ert de lo reali ta f u ron n nuestro concepto la sigui nte : H El t merario arrojo d 1 oron 1 Rubín de Celi el cual comprometio lo movimi n tos de la divi ión Mon t

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx