Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú

HISTORIA DE LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU 309 ellas; la tolerancia absoluta de opiniones i hechos anteriores· el suminis– tro de algunas sumas para pagar los atrasos i para sostener á los capitll· lados hasta que se verificase su salida del territorio fueron las ventaja obtenidas por los realistas en medio de su forzada posícion. Quedó sin embargo rebajado el mérito de estos tratados con la cesion que se hizo en ellos de todos los paises que toda ía taban domi– nados por las armas del Rei i con incluir en esta capitulacion á los índí- iduos que los guarnecían. Los gefes realistas tendrian tal ez poca re– pugnancia en firmar tan dura condicion al considerar que no ería obede– cida, porque carecia este documento de la sancion del virei í porque aun en el caso de ser obedecida, ningun perjujcio se originaba á la cau a del Reí pues que toda resistencia que se intentase por las débile fuerzas que se hallaban aun fuera del influjo de los insurjentes había de ser infruc– tuosa, i de ningun modo podía contener la marcha del ejército victorio . En virtud, pues, de esta capitulacion quedaron prisionero de guerra 1 generales Canterac, Valdés, Carratalá, Monet i Villalobo lo hrigadiere Ferraz, Bedoya, Somocurcio, Cacho, Atero, Landazuri García Camba Pardo, Vigil i Tur i cuantos gefes, oficiales i soldados e hallaban con la armas en la mano , aunque la mayor parte en estado de di per ion. Así terminó esta desgraciada batalla sin que se hubieran salvado de ella sino mui pocos individuos que por haber tomado una fuga anti– cipada ó por ir mejor montados pudieron llegar al Cuzco con ha tant trabajo. Increíble parece que la pérdida de una accion, aunque reñida i sangrienta, haya tenido resultados tan decisivos: otras vece hemo 1 t ser batido un ejército ó una division i replegarse una part de u tropa á algun punto designado de reunion. Por mas que alguno se e fuercen en probar que no era practicable dicha retirada sobre el Cuzco nunca podrán convencer nuestro ánimo en e ta parte aunque e quiera pintar como desesperada la posicion de los negocios, i á pe ar de la general u– blevacion de los pueblos de retaguardia. La cau a principal de no haber intentado dicha retirada uno gefes qu habian dado tanta pru ba d in– trepidez i arrojo, fue en nuestro concepto porque ningun r ultado fa– vorable podian prometerse hallándo e en pugna con el g n ral Olañ ta que babia quedado mandando el Alto Perú. Los gefes i oficiales del irei La rna e hallaron n la dura alt r– na tiva ó de caer n manos d Sucr ó n °la de Olañ ta· pr firier n 1 primero, s guros de hallar entr los nemigo la s guridad qu t mian les fuera n gada por su terrihl antagonista. H aqui 1 t 'rmino fatal d aqu lla malhadada es ision. E mui probahl que i h ubi ra hahid ar– monía entre unos i otros habrían podido lo v n ido r - hacerse mas allá del D saguad ro r pl gando us di p r o , ciones del Cuzco, Ar quipa, Puno i demas punto a i om u rp que mandaba 1 t ni nt cor n 1 Miranda n la orilla d 1 purima

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