Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
310 MARIANO TORRENTE otros. R eunidas estas fuerzas con los 4000 hombres de Olañeta habrian po– dido sostener el campo con honor hasta la llegada de nuevos ausilios de la península, i tal vez volver á tomar su antigua preponderancia sin mas recursos que los del país. Repetimos pues que las discordias entre las tropas del vírei i la de Olañeta fueron la causa primordial de la pérdida de la batalla de Ayacucho i de la cesacion de la autoridad real en el Perú. Creemos haber dicho lo bastante obre los funestos efectos de esta lucha de opiniones i de a– <'Uerdo de pareceres para que todo militar que desee servir con celo á _u Rei i á su patria huya de tan terribles escollos. El general Al varez, que convalecido ya de un.a gra e enfermedad habia vuelto á tomar el mando del Cuzco en 14 de diciembre, no tu o conocimiento de la batalla de Ayacucho hasta el 16 en que llegó el pri– mero de los dispersos del ejército, comandante García. Reunida en el acto una junta de gefes militares i civiles de acuerdo con la Real audien– cia ~ se determinó nombrar virei del Perú al mariscal de ampo don Pio Tristán que e hallaba en Arequipa como el mas antiguo de aquella cla– se rogándole con el mayor encarecimiento se encargara del mando i tomara las medidas de actividad i energía que se requerían en tan críticos momentos. Se clispu o a imi mo oficiar á los generales Olañeta i Maroto. co– mandante general el primero de las provincias del Alto Perú i el segundo de la de Puno, para que dejando á un lado toda clase de di cordia pri- ada trabajasen con la mejor armonía por remediar en lo posible los male que debía producir la citada derrota de Ayacucho. Iguales a isos se die– ron á los respectivos intendentes í al comandante general de las fuerza na ales de S. M. en el Pacífico; i finalmente adoptó dicha junta, bajo la direccion del fiel i celo o presidente Al arez, uantas medida de precaucion igilancia e tuvieron á u alcance. Escrjbió por separado este general á Tristán aconsejándole la eva– uacion de Arequipa i su repliegue á Lampa, á donde habria él con u– rrido con todas las fuerzas de su provincia si se le r unian lo 1000 di p r– os que suponía el comandante García estaban caminando n direc ion d <licha ciudad d 1 Cuzco. Aconsejaba asimi mo á Olañeta e adelantara on la mayor part de sus fuerzas ácia el Desaguadero· i encargaba á Maroto se aproximara al citado punto de Lampa para o tener u r ti– !·ada. El •oronel an Juanena, que había ido nombrado para tomar 1 mando del hatallon de Miranda, no quiso admitir este ncargo por r juramentado de tiempo anterior, i se escu aron alegando otra au a tres indi iduo de igual graduacion que venian huyendo del ampo d batalla. A pesar d 1 empeño de las autoridades en tener encubierto lo tri tes uc -sos de Ayacucho, fueron tra lucido mui pronto, i n igual
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