Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
22 MARIANO TORRENTE habia plantado una batería con una gran guardia que descubria toda la ave– nida de Huaqui. Otra avanzada cubria el costado derecho de esta posi– cion en el cerro de San Andres, desde donde observaba los campos de Ma– chaca. El cuartel general, que se hallaba en Cepita, tenia su frente defen– dido por la Laguna, i su izquierda por la península de Copacahana, que hace el estrecho de Ticüina, el cual era guardado por el escuadron de dra– gones de humbivilcas que ocupaba el pueblo de Yunguyo. Halláhase ya el ejército del Reí en estado de operar ofensivamente, cuando receloso el ayuntamiento de Lima de los resultados de la lucha que iba á emprenderse, se dfrigió á la junta de Buenos-Aires, comunicando el aspecto favorable que habían tomado los negocios públicos, i la lisonjera perspectiva de su pronto arreglo, segun avisos de los diputados americanos en las córtes españolas, acompañando copia de las once célebres proposi– ciones que aquellos habían hecho al congreso en 16 de diciembre del año anterior. Invitaba con es e motivo al representante Castelli á suspender las hostilidades hasta que se hubiesen probado los medios de zanjar aquellas diferencias. Estas negociaciones fueron tomando bastante peso; se llegó á fijar en 16 de mayo un armisticio de cuarenta dias, que firmó en Laja el coro– nel don Mariano Campero por parte del general Goyeneche. Dicho armis– ticio ratificado por ambas partes, fue i·emitido al virei inmediatamente con la contestacion de Castelli al ayuntamiento, en la que faltando á los términos de la urbanidad i decoro debidos á aquel cuerpo, le amenazaba con un tono imperioso sino se sometía á su partido sacudiendo la depen– dencia de los gobernantes realistas. Estas impolíticas amenazas sirvieron para aumentar la vigilancia del virei i la energía i decision del pacífico i honrado pueblo limeño. Indepen– dientemente de los sacrificios para sostener la autoridad del Rei contra los rebeldes de Quito, Chile i Buenos-Aires, estaba ausiliando i manteniendo una gran parte del ejército del Desaguadero; i para dar el celoso é infati– gable Abascal mayores garantías á su causa, había dedicado su mayor aten– cion á fomentar en Lima el ramo de artillería, cuyos adelantamientos, i aun puede decirse creacion, se debió esclusivamente al brillante esmero de don J oaquin de la Pezuela, entonces brigadier de dicha arma. Al mismo tiempo creó el virei Ahascal el regimiento de la Concordia española del Perú, incorporando en él los principales sugetos de la poblacion, para que repartidos con igualdad los grados entre patricios i europeos, se formase una noble rivalidad de sacrificarse todos ante las aras de la monarquía española. Al firmar Castelli el armisticio no se hahia propuesto mas objeto que el de ganar tiempo para terminar sus prepai·ativos guerreros i dar un golpe de sorpresa al ejército realista; i como Jlegasen á este tiempo los pa– peles públicos de Buenos-Aires que presentaban ya la España atada al ca·
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