Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
HISTORIA DE LA REVOLUCION DB LA INDEPENDENCIA DEL PERU 41 la situacion de los negocios, é irritar los ánimos de los realistas de un mo– do que pudiera cubrir de luto aquellos paises, enviaron diputados para someterse al vencedor, mediante proposiciones que podían ser admitidas sin mengua ni desdoro. Creyendo el general que aquel acto de sumision, dictado por el mis– mo convencimiento i conveniencia, reunia todos los caractéres de sinceri– dad i buena fe, lo aceptó con generosidad, i se encaminó con la mayor con– fianza á tomar posesion de la ciudad. Cuando ya se hallaba en las cerca– nías del cerro de San Sebastian, que está situado á la entrada de dicha po– blacion, rompieron los insurgentes mas furiosos un fuego general de ca– ñon i fusil, que exaltó la indignacion de los realistas, i aumentó los deseos de hacer un terrible escarmiento sobre aquello pérfidos rebeldes. Inflama– dos pues con un rasgo tan bárbaro de deslealtad é infamia, dieron un ataque impetuoso el 27 de mayo, en el que arrollaron á cuantos se atrevieron á resis– tirles, poniendo á aquellas masas informes en la dispersion mas desordena– da, i apoderándose de sus armas de corte i fuego. i de una gran porcion de cañones de estaño, fundidos en la misma provincia. Entró á su consecuen– cia en la ciudad la tropa victorio a, envuelta con los mismos fugitivos, i se entregó al saqueo de algunas casas, cuyas tropelías, que no fue posible evi– tar, si alguna vez han merecido la indulgencia de los críticos mas severos, íue ciertamente en esta ocasion, en que e hizo preciso convencer á aquel indómito pueblo de un modo que dejase permanentes recuerdos, "de que no se insultaba impunemente la generosidad i nobleza de un ejército, que tantas pruebas babia dado de moderacion i templanza, i que babia corres– pondido con profusos dones en vez de castigo á los primeros rasgos de infidencia é ingratitud." Dolorosa es por cierto la posicion de un gefe virtuoso, que ~e ve pre– cisado á autorizar ó á disimular este acto violento sobre su propio suelo; i lo es todavía mas el erlo ej cutado por gentes de la misma famil ia; ¿pe– ro qué puede hacer un padre af ectuo o cuando la amonestaciones, lo con– sejos, la bondad, la tolerancia i el perdon aplicado repetidas veces á lo cri– minales estravíos, no producen mas efecto que el de animar á los mismos reos á cometer otros mayores? ¿Qué babia de hacer el gefe mas circuns– pecto con una pohlacion, que tantas veces se había burlado de la humani– dad del encedor, i que demo traba abiertamente atribuir á cobardía ó flo– jedad lo que era efecto de la clemencia i de un ardiente deseo de reconci– liar los ánimos? Aquel Goyeneche, que tantas señales hahia dado de bondad i dulzura en la primera ntrada gloriosa que hizo con su ejército en Co hahamba; aquel mismo general que para ganar e la voluntad de lo rebeld i para establecer con ellos la mal p rfecta union les babia arrojado una porcion considerable de plata desde sus balcones, 1 bahía devuelto sus p.risioneros, indultado á sus mas encarnizados enemigos, confiado el mando de un cuer-
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