Memorias diarios y crónicas historia de la revolución de la independencia del Perú
WSTORIA DE LA REVOLUCION DE LA INDEPENDENCIA DEL PERU 43 de un camino áspero i montuoso, defendido por dos piezas situadas en bue– na posicion, lograron sin embargo desbaratarla completamente i tomarle 50 prisioneros, entre ellos 3 oficiales, 40 fusiles, i muchos equipajes. Las garantías que daba al general Goyeneche la bizarría de aquel respetable ejército, el buen espíritu que reinaba en las ciudades de Jujuí i Salta i entre los habitantes del tránsito, la debilidad de las tropas enemi· gas, los apuros en que se veia envuelta á aquella sazon la suprema junta Argentina, i las promesas que había hecho al gefe realista la Serenísima señora infanta regenta del Brasil, de que las tropas portuguesas acanto– nadas en la frontera de Montevideo tomarían una actitud hostil para se– gundar los heróicos esfuerzos que él hiciera á fin de reconquistar la capi– tal de Buenos-Aires, lo determinaron á mandar que el mayor general Tris· tán avanzase sobre Tucuman i Santiago del Estero, para formar desde aque– llos puntos un plan combinado de ataque, que derrocase el gobierno insur· gente i restableciese sólidamente la autoridad del Monarca español. La situacion de los rebeldes era la mas apurada: ya las tropas del Rei eran saludadas como restauradoras de la paz i felicidad: ya el coman– dante en gefe Tristán suponiéndose dueño del Tucuman i Santiago trataba de buscar los medios de entablar una correspondencia activa con el capi· tan general Vigodet para dar á su empresa un carácter mayor de seguri· dad i consistencia: ya finalmente saboreaban los realistas el placer de que volviese á tremolar sobre aquella inquieta pohlacion el pendon de Castilla, cuando por uno de aquellos azares; que deciden frecuente de la felicidad ó desgracia de una batalla, se sepultaron en el abismo de la confianza los planes ID.88 sabios i mas bien calculados. Habiendo llegado Tristán con todo u ejército al punto de Tapia, distante ocho leguas del Tucuman, tomó las disposiciones necesarias para atacar dicha ciudad, en la que se babia encerrado el enemigo. Al llegar á sus inmediaciones halló algunas partidas de caballería que se retiraron sin hacer resistencia. Era su plan llamar toda la atencion del enemigo ácia el camino real por donde caminaba lentamente para dar lugar á que una hermosa columna, formada de los granaderos i de la mejor tropa de su división, lo envolviese por la espalda á fin de que nadie pudiera salvarse de sus victo.riosas espadas. Debia perarse que el éxito correspondiese á las fundadas esperanzas i bien tiradas líneas del gefe realista, si se con– sidera la superioridad de u fuerza i el desali nlo de sus contrarios, que en la mayor parte eran gent col cticia del campo, los que podia presumirse se servirían de sus buenos caballos para huir, si alguno podia conseguirlo. na ·nesplícahle fatalidad derribó todos lo proyectos del coman– dante Tristán: la misma confianza con que caminaban us tropas fue cau– sa de su perdicion. Es una imprudencia d preciar al enemigo aunque se le reconozca por mui inferior: el mismo despecho dá á veces un valor i una fuerza que supera todos los cálculos de la previsión. Situados los re- 595541
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