Misiones peruanas 1820-1826: misión García del Río-Paroissien
luntad para alcanzar el triunfo final que pocos años después, tres apenas, hace que el Sol de la Libertad brille a plenitud en todo el territorio nacional. No es del caso señalar cuáles fueron los hechos más trascendentales ocurridos en ese lapso "intenso y dinámico"; los historiadores los han hecho conocer con la precisión y el deta– lle que los documentos y otros medios de información han propor– cionado. Es necesario, sin embargo, para sopesar mejor la impor– tancia de la documentación que trae el volumen que motiva este prólogo, hacer referencia un tanto circunstancial a aspectos que dieron origen a una serie de decisiones y actos que tuvieron la a– probación o la repulsa de los próceres de la independencia. Pueden mencionarse dos situaciones de hecho las que impulsaron al Liber– tador José de San Martín a tomar iniciativas y a actuar rápida– mente apenas proclamada la libertad. Alrededor de él un grupo de asesores y consejeros sugería y opinaba sobre los pasos a darse para concluir con la dominación española, así como para echar las bases del nuevo Estado independiente. Esas dos situaciones funda– mentales cuyo enfoque y solución no podía hacerse esperar eran las concernientes al estado político y económico del gobierno de esos momentos. Y había que hacerles frente, con la urgencia que ellas requerían; de otra manera podía producirse el caos, el des– concierto o la desorganización, lo que podía debilitar al gobierno y mermar las posibilidades de otros triunfos para asegurar la nue– va nacionalidad. El enemigo se hallaba presente en el territorio patrio, con fuerza y poder, y buscaba el momento propicio para descontar derrotas y recuperar la hegemonía perdida en gran parte del país luego de tres siglos de dominación. Además era indispensable cimentar al naciente Estado con una organización nueva, con los recursos necesarios para su subsis– tencia y con una fuerza respetable para dar los próximos pasos que llevarían a la consecusión definitiva de la obra libertaria. San Mar– tín tenía conciencia de todo ésto y por eso, aún sabiendo que algu– nas de sus decisiones serían criticadas debido al celo patriótico de muchos peruanos que temían que la causa de la libertad fuera mer– mada o perdida por medidas que no satisfacíqn enteramente el pen– samiento liberal y democrático que ellos profesaban, se vio en el caso indeclinable de adoptarlas. Habría tiempo para rectificar erro– res, para superar dificultades y para encontrar la fórmula más con– veniente que haría del Perú un estado libre, con el gobierno que más le conviniese y con el poder que le haría respetable ante el mundo. Pero no podía perderse un minuto para echar las bases sobre las cuales podía levantarse él edificio que serviría al nuevo Estado, a XII
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