Misiones peruanas 1820-1826: misión García del Río-Paroissien
y se vio en el caso de asumir aquellas funciones por imperio de las circunstancias. Es indudable que a San Martín no le agradaba el mando político y lo mejor para él hubiera sido que los pueblos li– bres eligieran a quien debía desempeñar dicha función. Paz Soldán dice sobre este particular que "las circunstancias eran difíciles y apremiantes; la elección no podía tener lugar desde que los depar– tamentos más populosos, dominados por el ejército realista, no es– taban en libertad para expresar su voluntad; además si la elección recaía en su persona -la de San Martín- como no era dudoso, se tacharía de coacción, y no convenía encender en esos críticos mo– mentos las nacientes ambiciones de algunos y las intrigas de los realistas para aprovecharse de ellas". En el decreto del 3 de agosto de 1821, que establece el Protec– torado y que lo firma el propio San Martín, éste justifica su actitud en los términos siguientes: "Al encargarme de la importante empre· sa de la libertad de este país, no tuve otro móvil que mis deseos de adelantar la sagrada causa de la América, y la de promover la felici– dad del pueblo peruano. Una parte muv considerable de aquellos se ha realizado ya; pero la obra quedaría incompleta y mi corazón po– co satisfecho, si yo no afianzase para siempre la seguridad y la pros– peridad futura de los habitantes de esta región". En otro párrafo dice que espera se le haga justicia de creer que no le conducen mi– ras de ambición sino solamente la conveniencia pública. "Es dema– siado notorio que no aspiro sino a la tranquilidad y al retiro des– pués de una vida tan agitada; pero tengo sobre mí una responsabi– lidad moral, que exige el sacrificio de mis más ardientes votos". O– frece asimismo, solemnemente, a los pueblos del Perú, "que en el momento mismo en que sea libre su territorio" hará dimisión del mando para hacer lugar al gobierno que ellos tengan a bien erigir. Por último, declara que el decreto "sólo tendrá fuerza y vigor hasta tanto que se reúnan los representantes de la nación peruana, y de– terminen sobre la forma y modo de gobierno". La mira de San Mar tín era, por consiguiente, instalar un "gobierno vigoroso" que pre– servara al país "de los males que pudieran producir la guerra, la li– cencia y la anarquía". Para cumplir con tal propósito designó por el mismo decreto tres colaboradores escogidos por sus luces y sa– ber: Juan García del Río, como Ministro de Relaciones Exteriores; Bernardo Monteagudo como Ministro de Guerra y Marina, e Hipó– lito Unánue como Ministro de Hacienda. Los liberales vieron con malos ojos el poco respeto que se ha– bía mostrado por las formas populares al decidirse de esa manera la constitución del gobierno protectoral. Las críticas menudearon y fueron tan serias y claras las apreciaciones del público, que además XIV
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