Misiones peruanas 1820-1826: misión García del Río-Paroissien

MISION GARCIA DEL RIO - PAROISSIEN 311 La Inglaterra no puede retroceder del paso dado ya. Lejos de eso hay indicios de que se propone su Gobierno estrechar má~ y más sus relaciones con los Estados Americanos, como lo comprue– ba el nombramiento hecho para una misión especial al Brasil de uno de sus más distinguidos Diplomáticos Sir Charles Stuarh; éste antes de pasar a Río Janeiro debe ir a Lisboa a negociar con el Rey de Portugal; y en vista de la influencia que la Inglaterra ejerce en aquella Corte, hay razón de esperar que se llevarán a un término feliz las negociaciones entabladas en Londres entre los Ministros del Portugal y los del Brasil, y que se efectuará entre ambos países una reconciliación saludable, sobre la base de la independencia del segundo. Cuando tan plausibles noticias lleguen al Perú, es probable que S. E. el Libertador de Colombia habrá puesto el sello a su gloria siéndolo igualmente de ese país. Organizado entonces su Gobierno, no dudamos que se procederá al nombramiento de Mi– nistros Plenipotenciarios, que sean encargados de hacer participar al Perú de las ventajas que son consecuentes a ~u estado de inde– pendencia absoluta, y que de este modo recibiremos de V. S. ór– denes que pongan fín al estado de ansiedad y de incertidumbre en que tanto tiempo nos hallamos. Tenemos el honor de renovar a V. S. los sentimientos de la más alta consideración y respeto con que somos, Sus más obedientes servidores. J. García del Río = Diego Paroissien. N? 179 París y Enero 21 de 1825 Acabamos de recibir noticias de los progresos de S. E. el Libertador de Colombia; y al tiempo de felicitar a V. S. por estas ventajas que preparan el final tiempo de la independencia del Pe– rú, esperamos nos sea permitido llamar la atención a la necesidad que hay de decidir varios puntos que hemos tenido la honra de indicar repetidas veces en nuestra correspondencia con el Gobierno. Recorriéndola, se instruirá V. S. de la importancia de estre– char las relaciones amistosas entre ese Estado y algunas potencias del antiguo mundo, como también de la posición embarazosa y delicada en que hace más de dos años nos encontramos en Europa, a consecuencia de los actos y de los reveses no esperados d 1 p rú. Sería hacer injusticia a nuestro celo por la causa americana el

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