Misiones peruanas 1820-1826: misión García del Río-Paroissien

MISION GARCIA DEL RIO - PAROISSIEN 347 la realización del empréstito, pues que el contratante recibía de los suscriptores 8% más del valor nominal de su empréstito para asegurarse por este medio, de los pagos sucesivos; además la pró– rroga no se extendía más allá del tiempo en que pudiesen llegar los libramientos del Perú; y el Gobierno debía percibir un interés de 5 % sobre las cantidades cuyo pago se defiriese. Empeoró aún más, el crédito americano, cuando llegó a Lon– dres por la misma época de que estamos hablando don José Rafael Ravenga, Ministro de Colombia nombrado en lugar del Señor Zea y declaró que no estaba autorizado por su Gobierno para entender mal el empréstito colombiano. En vista de lo influyente de esta circunstancia en esta plaza, nos dictó nuestro celo que manifestá– semos al Gobierno "la necesidad de establecer la más completa regularidad de todos los actos y comunicaciones de los Gobiernos con sus representantes, para precaver, todo cuanto pudiese com– prometer sus intereses y su crédito", y a la verdad que los emba– razos que después hemos encontrado en este país, y los perjuicios sufridos por el Gobierno del Perú, han verificado, por desgracia nuestra observación. Los contratiempos se agolpaban de todas partes contra noso– tros. A principios de Febrero de 1,822 se recibió la noticia de la dimisión hecha por el Exmo. Señor don José de San Martín del mando Supremo del Perú, y de su llegada a Valparaíso; y esta ocu– rrencia de que instruimos al Gobierno en oficio N<? 83 era además sensible, en cuanto careciendo de comunicaciones del Ministerio, que nos explicasen lo ocurrido y la marcha ulterior de los nego– cios, no podíamos dar contestación alguna satisfactoria a las inda– gaciones de los interesados en el empréstito. El desmayo que cau- 5Ó aquella noticia en el público británico, abatió más los fondos de ese Estado; y ciertamente parece que no fué infundado, en vista de la revocación parcial y ambigua de nuestros poderes que siguió a aquel suceso, y de los desastres, peligros y agonía de la causa pública desde que dimitió la Protectoría el Exmo. Señor con José de San Martín, hasta que el Libertador de Colombia con– sumó la independencia del Perú. De la situación de los negocios de ese país, tomaron pretexto algunos tenedores del empré~tito peruano para embargar en el tri– bunal de la cancillería sus fondo~; y hubimos de adoptar en de– fensa de los intereses de ese Estado, la línea de conducta trazada en nuestros oficios Nos. 92, 103 y 120 y formar proceso para remo– ver los obstáculos que trataba de oponer a la realización del prés– tamo.

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