Misiones peruanas 1820-1826: relaciones diplomáticas con Gran Bretaña

NC? · 1 Londres 9 de Febrero de 1824 Al General Bolívar. Exmo. Señor. Tengo el honor de acusar recibo de la carta que V. E. se ha dignado dirigirme con fecha 11 de Setiembre, y no puedo menos que hacer presente la alta satisfacción que me acompaña al hallar– me en comunicaciones con el personaje del siglo que más ha lla– mado la admiración de Europa. Mi misión a este país ha sido hasta aquí muy embarazosa en razón de las dificultades legales en que desgraciadamente se envol– vió el primer empréstito contratado para el Servicio del Perú. No ha sido posible ni disolver ni llevarlo adelante: No disolverlo por– que su patalización tuvo principio con ese Gobierno revocándose, por una parte, los poderes de los Señores Paroissien y García del Río antes que hubiesen dado los documentos o bonos al público, y por otra, porque estos mismos Señores, aunque sin malicia ni pre– veer las consecuencias, fueron causa porque los Banqueros retuvie– sen el dinero : No llevarlo adelante, por cuanto una vez puesto en pleito tiene que seguir los trámites legales que son aquí, como en todas partes, muy lentos. Los Banqueros, a la verdad, deposita- .ríos de los fondos se han portado con una mala fé descarada; pero siempre quienes les abrieron margen para ello fueron los repre– sentantes de ese Gobierno que han conocido tarde su engaño. A~í no habiéndose paralizado el empréstito por el contratante Kinder no ha sido posible desentenderme de él, porque en materias de es– ta clase es tan delicada esta nación mercantil que llegando a co– nocer o aún a sospechar la menor inconsecuencia en los pactos de un Gobierno, pierde enteramente la confianza en él; y a no ha– ber hecho yo justicia a Kinder tratando de llevar a cabo su con– trata, ni hubiera podido hacer otra, ni hubiera el Perú en mucho tiempo recobrado su crédito. Es verdad que ha sido esto muy sensible atindidas las urgen– cias de la guerra, las circunstancias críticas del País, y los atra– sos é inconvenientes que han padecido los tenedores de Letras de ese Gobierno. Pero en fin el pú ·co está persuadido de su buena