Misiones peruanas 1820-1826: relaciones diplomáticas con Gran Bretaña
CORRESPO rDENCIA DE JOSE JÓAQUI OLMI::DO 237 con otro privado; Colombia observó un proceder semejante. Buenos Aires se ha dicho que se negó a admitirlo, y se cree que su.cedería lo mismo en Chile. Al presente contará algunos meses de llegado el nombrado para el Perú Mr. Desfausse. Personas inteligentes son de parecer que si la América entabla amplias relaciones de comer– cio con las Potencias que no la reconozcan formalmente se priva del principal estímulo para el reconocimiento y que en caso de abrirlas convendría poner el correctivo de un aumento de derechos, sobre los señalados a las que hubiesen entrado en el reconocimiento. = Nuevas y mas urgentes solicitudes con la corte de Madrid para lla– marla a razón en este punto se decía generalmente que era uno de los que ocupaban a Mr. Canning en París. El ha sido festejado allí a porfía por todos los embajadores y ministros extranjeros y ha merecido una distinción concedida únicamente de muchos años atrás al príncipe Metternich y al Duque de Wellington, entre las personas que no son de sangre real, la de haberle el Rey sentado a su mesa. = Orientado así trataba de mi regreso cuando consideré que a la vigilancia de aquélla policía no se ocultaría acaso el mo– tivo con que salí de mi país, y determiné pedir a Mr. Villele una audiencia fundada en razones de cortesía y muy generales, no por sacar de ella ventaja positiva, cuanto por que la omisión de seme– jante diligencia que supe bien no tenía nada de extraordinario, no se atribuyese a reserva estudiada, timidez o desconfianza y mas cuando algunas personas que no le eran desconocidas me habían preguntado si no pensaba ver al Ministro, como inclinándome a que lo hiciese. En la carta de la petición de audiencia, me dí solo a conocer como encargado de los empréstitos del Perú: la carta fue contestada al otro día con mas prontitud que la acostumbrada, y señalada la audiencia para el tercero. Mr. Villele me hizo tomar asiento luego . que me le presenté, y después de las expresiones que le eran debidas de mi parte, con una breve y respetuosa laudatoria, pasé a significarle que la confianza que había merecido a mi Go– bierno, encargándome del arreglo de los empréstitos levantados en Londres, había dado lugar a que me le acercase, y pudiese hablar con fundamento de sus disposiciones. Que por lo tanto me hallaba en estado de asegurar a S. E. el deseo que tenía aquel Gobierno de entrar en relaciones políticas con la Francia; persuadido de que esta grande e ilustrada potencia no tendría en ello dificultad, toda ez que la guerra con España era concluída, que la República del Perú estaba constituída y organizada, y que sus miras como las de los demás Estados de la América del Sur estaban concentradas a procurar su bienestar y propia felicidad, sin ofender y antes bien
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