Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

138 RAUL PORRAS BARRENECHEA cuantiosos; y que no estaríamos lejos de ceder los puertos y te– rritorios de Arica e !quique para que fuesen reunidos al d parta– mento de La Paz, dando el movimiento y la vida a aquellas obs– t ruídas provincias; deberá confesarle que ninguna lesión soporta– ría Bolivia del contrato que uniese sus destinos al del Perú, y que, por el contrario, encontraría en su ejecución ventajas de inmensa magnitud. Más de diez millones que valen sin duda nuestros bi - nes nacionales, unidos a otros diez en que pueden apreciarse infi– mamente los mencionados territorios, y a los cinco o seis millo– nes que tenemos que reclamar de Bolivia por la parte de expen– dios causados por la guerra de la independencia, compon n un cantidad superior a nuestra deuda pública. ¿Cuál sería la suerte de Bolivia si continuase en su actual es– tado de separación?. Segregada de comunicaciones fáciles y direc– tas con las potencias europeas y aun con muchas de las america– nas se vería como repudiada de la civilización; su comercio sería precario, costoso y dependiente de la voluntad de sus vecinos, pues nadie ignora que el puerto de La Mar es una empresa quimérica que jamás proporcionará ventaja alguna; las importaciones se ha– r ían con grandes dificultades en tiempo de paz y cesarían del todo en el de guerra, las importaciones podrían ser gravadas de un mo– do que las hiciese irrealizables; el país sería un teatro perpetuo de agitaciones causadas por los pueblos inquietos de la raya y alterca– dos con el gobierno del Río de la Plata, y lo que es peor que todo, se hallaría siempre en inminente peligro de ser acometida e insul– tada impunemente por un vecino tan fuerte y ambicioso como es el Imperio del Brasil. Estos son males demasiado reales que deben fijar la seria consideración de los bolivianos, a fin de que adopten la única medida que es capaz de obviarlos, posponiendo los par– ciales inconvenientes que la embaracen. He aquí abierto un va to campo al celo patriótico y a sus persuasivas insinuaciones. Jamás se ha presentado en política una negociación como la actual tan justa, noble y útil para las parte contrayentes; tan trascendental en sus consecuencias próximas y remotas, y tan felizmente de nu– da de los fraudes y de las tortuosidades de la supuesta diploma ia. Entre tanto se logran los efectos apetecidos, no podemos m pero desentendernos de reclamar de Bolivia, como arriba se ha indicado, una parte de los inmensos gastos hechos por el P rú para llevar a término la gigantesca empresa de la independ ncia de ambas secciones. Esta justísima condición sab V. S. que puso nuestro Congreso Constituyente en su resolución de 23 de f breru del año próximo pasado; y ha sido la obligación r conocida orno

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