Obra Gubernativa y Epistolario de Bolívar El Congreso de Panamá

16 RAUL PORRAS BARRENECHEA aquel ideal al que muchos habían prestado una tibia y formuiaria adhesión. Bolívar no descansa en su empeño y en su propaganda, contando ya con la palabra de los abúlicos o de los reacios. Folle– tos doctrinarios, artículos de ~eriódico y notas de cancillería, acen– túan la requisitoria a todos los gobiernos de buena y mala volun– tad . Bernardo Monteagudo, asociado en espíritu y obra a Bolívar, escribe su admirable "Ensayo sobre la necesidad de una Federación General entre los Estados Hispano-americanos y Plan de su Orga– nización" que prologa en férvido acento americanista el clérigo y poeta satírico peruano don José Joaquín de Larriva. III El propósito de la Confederación Americana halló en el Perú una acogida sincera y espontánea. Por adhesión entusiasta a Bolí– var y por propia convicción pacifista, mantenida más tarde a tra– vés de su historia, los hombres de gobierno del Perú, adoptaron co– mo propio el plan bolivariano. Aún antes de hallarse bajo la pro- tección del héroe y la presión de su dictadura militar, el Perú ha– bía suscrito, en 1822, sin reserva, los planes de alianza colombia– nos. Por conveniencia y gratitud el Pertú tenía que ser, y lo fué , el colaborador más decidido de la alianza . En su territorio tenía que librarse la última batalla americana contra España que decidiría al mismo tiempo su propia libertad y la de todo el continente . De J 822 a 1827 el Perú trabajó, pues, intensamente por la solidaridad dando lugar a esa coalición de guerreros de todas las nacionalida– des de América que, bajo la genial jefatura colombiana, arrebató a los ejércitos españoles los triunfos de Junín y Ayacucho. El Perú prestó para los laureles que ciñeron la frente de Bolívar y Sucre la heroicidad y el contingente anónimo de su multitud que comba– tió obscuramente y aún a veces bajo el nombre de otros pueblos, Jlenando los cuadros argentinos o colombianos, con avidez de liber– tad y desinterés de gloria . La compenetración espiritual fue durante la campaña del Pe– rú tan íntima que se sobrepuso a todas las rivalidades nacionale y aceptó sin celos la supremacía y los caprichos de los mejor 11r - parados para la dirección de la lucha . Sólo asi pudo darse el mila- gro del triunfo, hecho de heroísmo y de intuiciones grandio as co-

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